Vivir con complejos es como tener una enorme piedra atada al tobillo que no te permite ser feliz ni tener éxito en la vida. Lo peor es que muchos de ellos solo están en la mente.
Se trata de pensamientos negativos que tienen las personas de sí mismas; este el caso de Ana Pineda, que siempre pensó que no poseía ningún talento.
“No recuerdo haber sido sociable, siempre me aparté de los demás porque lo que miraba en espejo me hacia pensar que era fea, ya que estaba pasada de peso”. Esto le hizo perder importantes oportunidades de trabajo.
“No podía hablar en público, pero ahora eso cambió. Gracias a la ayuda de Dios entendí que todos somos buenos en diversas áreas y tomé la decisión de amarme como soy”.
Los complejos nacen durante la niñez, dijo la psicóloga Samanta Sauceda. “Recordemos que los niños hacen comentarios crueles acerca de sus pares y no por maldad, sino por su sinceridad. Los sobrenombres o los rasgos físicos en algunos hacen el chiste del día y el menor en cuestión se siente degradado”.
Esta situación marca la vida de una persona pues estos pensamientos se van arrastrando hasta la adultez. Los más comunes son los físicos, el peso, color, estatura y a nivel emocional, el típico llorón, miedoso o tímido, agregó. Afirma que es trascendental tomar la decisión de crecer, experimentar en nuestra imagen aquello que nos gustaría proyectar.
¿Qué hacer?
1 Valore sus cualidades y defectos. Comprenda que en esta vida nadie es perfecto.
2 No trate de buscar la aprobación de otras personas; lo que importa es su opinión.
3 Saque lo mejor de usted. No se desprecie, pues con eso solo logrará que los demás piensen negativamente de usted.