29/04/2024
10:46 AM

Hondureño vivió sesenta minutos de angustia en una fosa

Bomberos rescataron de forma asombrosa a obrero Anastasio Sorto de 63 años.

San Pedro Sula, Honduras

En un pozo artesanal que parece no tener fin cayó en forma estrepitosa el obrero Anastasio Sorto de 63 años, pero como rayo llegaron los bomberos de Quimistán y lo rescataron de forma asombrosa. Tenía una pierna fracturada.

Don Anastasio llegó a echarle un vistazo al profundo agujero porque había sido contratado para que lo enchapara de piedra. Cuando comenzaba a descender por una escalera de madera que colgaba de una cuerda, uno de los peldaños cedió ante el peso y el hombre se fue al fondo fracturándose el fémur de la pierna derecha.

Los gritos del obrero pidiendo auxilio fueron escuchados por los dueños de la propiedad quienes llamaron de inmediato a los bomberos de Quimistán, distantes unos cinco kilómetros del lugar. Fue suerte que la señora Mirza Jiménez tuviera a mano el número de celular del comandante Adalberto Romero, quien antes de preparar el equipo de rescate pidió que le hicieran llegar un teléfono al accidentado para comunicarse con él.
En una bolsa de plástico amarrada a una cuerda, Mirza Jiménez le hizo llegar el aparato a don Anastasio y de inmediato se estableció la comunicación desde el fondo del pozo a la sede de los bomberos.

'Usted me conoce teniente ¿no se acuerda de mí? fueron las primeras palabras que en medio de los quejidos pronunció el obrero cuando Romero le preguntó su nombre. El teniente recordó que don Anastasio era el mismo hombre que en una ocasión le salió al paso para pedirle una “chambita” pues ese día no había comido. Aunque los mismos bomberos se encargan de las labores que se hacen en la estación, lo puso a chapear el patio y aparte de pagarle, lo mandó al comedor a satisfacer su apetito.

Foto: La Prensa

Bien asegurado con los arneses que le colocaron los bomberos, el obrero asciende. Al fondo la escalera con el peldaño quebrado.


Historia

El pasado sábado don Anastasio se puso su sombrero y sus burros para ir a ver el pozo después de trabajar un rato en una choza que está terminando de construir dentro de un terreno recién invadido en las afueras de Pinalejo. Una de sus nueve hijas le dio un plato de sopa de frijoles con arroz que se tomó sin decir hacia donde se dirigía esa mañana.

Bajó las gradas de tierra hechas por los vecinos que han tomado las terrenos en las faldas de un cerro al que están tratando de ganarle espacio. Luego tomó el camino que conduce a la comunidad, sin imaginar que ese día en vez de regresar a la casa iría a dar al hospital Mario Rivas de San Pedro Sula.

La idea de pasarle el teléfono cuando estaba en el fondo del pozo era para mantenerlo tranquilo mientras llegaba el equipo de rescate, pues la desesperación también puede matar a una persona, dijo el teniente.

Foto: La Prensa

Un paramédico para auxiliar al accidentado.
'Creo que me fracturé porque no aguanto el dolor en la pierna”, se quejaba el accidentado. Mientras el uniformado lo escuchaba daba las instrucciones a los otros bomberos sobre la forma en que debían operar.

Pláticas

Los conocimientos adquiridos en los cursos sobre rescate en espacios confinados más un enorme trípode que es parte de los aparatos usados en estos casos, dieron los resultados esperados para sacar de su suplicio al sexagenario.

Cuando los bomberos llegaron, los vecinos ya habían armado un soporte fuera del agujero con palos y ramas para descender a la profundidad, pero era imposible cargar con el hombre fracturado.
Con el trípode metálico no hubo problemas porque está diseñado especialmente para subir, mediante una garrocha y arneses, a una persona lesionada de manera segura.

La plática telefónica entre el teniente y don Anastasio se suspendió cuando llegaron los rescatistas al lugar. “Ya oigo la ambulancia”, le dijo don Anastasio al uniformado y a los minutos comenzó el operativo de rescate. El primero en descender fue un paramédico que lo evaluó rápidamente y le colocó una férula en la pierna derecha para inmovilizarla.

Lentamente el hombre fue subiendo a medida que desde arriba un bombero le daba vuelta a la manivela del trípode.

Foto: La Prensa

Momento en que Don Anastasio veía de nuevo la luz.
Cuando salió a la luz, el fracturado sintió que había regresado a la vida. ¡Gracias a Dios que salí de ese hoyo! exclamó olvidándose momentáneamente del dolor en su pierna. Había estado aproximadamente una hora en el fondo de aquel agujero que fue hecho para que funcione como fosa séptica. Lo hicieron más profundo de lo normal porque esperaban encontrar arena.

Bien asegurado en una camilla, el obrero fue subido en la ambulancia para ser trasladado al hospital Mario Rivas de San Pedro Sula. Mientras el vehículo corría despejando con su sirena la carretera, el obrero platicaba con el bombero que lo iba asistiendo, agradecido por lo que habían hecho por él. “Soy amigo íntimo del comandante”, se jactaba. Ahora está en el hospital esperando un clavo para su pierna.

Foto: La Prensa

Tras ser sacado el hombre fue trasladado al hospital.