Mañana inicia el Recital Nacional de Poesía Clementina Suárez, uno de los eventos culturales más importantes del presente siglo.
Durante dos días más de 30 escritores de varias ciudades de Honduras se darán cita a partir de las 10:00 am de este jueves. La inauguración será en el Salón Consistorial de la Municipalidad de San Pedro Sula, donde se le entregará un pergamino de ciudadano distinguido a los reconocidos poetas José Adán Castelar, Rigoberto Paredes, óscar Acosta, José González, Livio Ramírez, Pompeyo del Valle y José Luis Quesada.
El mismo día 19 de abril los escritores se reunirán en el Museo de Antropología e Historia para compartir con el público su obra poética. Será a las 6:00 pm. Luego, a las 9:00 pm, se les ofrecerá un brindis de honor en la Maison Maya Resto Bar.
El viernes 20 se dividirán en grupos para presentarse en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula, en la Alianza Francesa, en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán y en la Casa de la Cultura de El Progreso. El acto arrancará simultáneamente a las 5:30 pm en todos estos lugares.
Protagonistas
El poeta Livio Ramírez considera este Recital Nacional “humanamente hermoso y un llamado de atención para ver por dónde hay que retomar las cosas en este país. Celebro la realización de este encuentro”.
Para José Luis Quesada, el evento es válido porque, “si le damos prioridad a la cultura, le damos prioridad a todos los valores de nuestra sociedad, hay que privilegiar todo aspecto positivo. Hoy se habla de la cultura de la violencia pero es incorrecto ese uso del vocablo porque se legitima algo opuesto a lo sublime y positivo de la cultura”.
El escritor Israel Serrano, quien reside en La Ceiba, dice: “Como gestor cultural me atrevo a ser hiperbólico y asegurar que se trata del evento del siglo. Este recital le da realce a los escritores y a la palabra escrita”.
La catedrática de la carrera de letras de la Unah-vs, Débora Ramos, opina que “este encuentro permite que los jóvenes se involucren en el trabajo literario y además se reconoce la trayectoria de autores consagrados”.
José Adán Castelar
Nació en coyoles central, Olanchito, Yoro, el 9 de abril de 1941. Es uno de los integrantes de la Voz Convocada, grupo formado en La Ceiba, por iniciativa del poeta Nelson Merren. De su obra poética: La voz convocada (volumen colectivo, 1967), Entretanto (1979), Sin olvidar la humillación (1983-1984) (1987), Tiempo ganado al mundo (Antología personal, 1989), Poema estacional (1989), También del mar (1991), Rutina (1992), Rincón de espejos (1994), Laodamia (1999), Venus en el campo (2000). Castelar ha ganado premios literarios como Itzamná (1982), Roberto Sosa (1986), Juan Ramón Molina (1988) y el Nacional de Literatura Ramón Rosa (2003). Fue director de la Hemeroteca Nacional. En cuento ha publicado La noche en que a Supermán le cortaron las alas (1991), Cuentos breves y distantes (2011).
Rigoberto Paredes
Originario trinidad, santa bárbara (1948). Perteneció a los grupos literarios Tauanka, de Tegucigalpa; y Punto Rojo, de Colombia. Fundador de Editorial Guaymuras, Editores Unidos y Ediciones Librería Paradiso, así como de las revistas Alcaraván e Imaginaria. En 1990 funda junto con Galel Cárdenas el taller de literatura Mano de Obra. En poesía ha publicado: Barricada (coautoría con Jorge Ávila), En lugar de los hechos (1974); Las cosas por su nombre (1978), Materia prima (1985); Fuego lento (antología personal, 1989), La estación perdida (2001), Segunda mano (2011). Por su trabajo ha merecido los premios: Itzamná (1983, otorgado por la Escuela Nacional de Bellas Artes) y el Nacional de Literatura Ramón Rosa (2006). También ha sido finalista en los certámenes internacionales de poesía Casa de las Américas, Educa y Plural.
Oscar Acosta
Nació en Tegucigalpa el 14 de abril de 1933 en el hogar formado por Ismael Acosta y Mélida Zeledón de Acosta. El 19 de abril de 1954 contrajo nupcias con Edelmira Valdés en Lima, Perú. En ese país residió seis años y vivió otros 20 en Europa como embajador de Honduras en España, Italia y el Vaticano. En 1960 gana el premio Rubén Darío (Nicaragua), en 1961 el premio Rafael Heliodoro Valle y en 1979 recibe el premio Nacional de Literatura, estos dos últimos en Honduras.
Es uno de los poetas de la llamada Generación del 50. Obra poética: Responso poético al cuerpo presente de José Trinidad Reyes (1955), Poesía menor (1956), Tiempo detenido (1962), Poesía selección 1952-1965 (1965), Mi país (1964) y Poesía selección 1952-1971 (1976). En narrativa: El arca (1956). Ensayo: Rafael Heliodoro Valle: Vida y obra (1964). Es director de la Academia Hondureña de la Lengua.
José González
Es originario de La Lima, Cortés, (1953). Estudió la carrera de Ingeniería agronómica en La Ceiba, donde se graduó en 1976. Formó parte del taller literario Roberto Sosa. Junto con Jorge Luis Oviedo organizó la revista Estiquirín en la década de 1980.
En poesía ha publicado Poemas del cariato (1984), Las órdenes superiores (1985), Reino animal (1992), La poesía me habla (2001). Ha recibido valiosas distinciones a su trabajo literario: Premio Latinoamericano de Poesía Plural (México, 1984), Premio Latinoamericano Ko Eyú (Venezuela, 1987). Destaca como investigador literario y su obra de referencia en este campo es el Diccionario de literatos hondureños. Está próximo a publicar El libro de la resurrección.
Actualmente tiene su residencia en La Paz, desde donde mantiene su trabajo de promotor cultural.
Livio Ramírez
Es originario de Olanchito, Yoro, donde nació en 1943. Cursó estudios de Derecho en México, y durante su estancia en el país del norte asistió al taller de poesía que dirigía Juan Buñuelos. En México colaboró para las revistas Punto de partida y Siempre. También en el suplemento cultural Diorama de la Cultura, del diario Excélsior. Se especializó en Derecho Internacional en la Universidad Complutense de Madrid, España. Ha escrito Sangre y estrella (1962), Yo nosotros (1969), Arde como fiera (en el volumen colectivo Noticias contradictorias, 1972), Descendientes del fuego (1987), Escrito sobre el amanecer y otros poemas (1990), Material de L.E.C.T.U.R.A. (1991, antología). En 1981, ganó el concurso de poesía convocado por el Club del Libro en Español de la ONU. En 2000 se le otorga el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa. En 2006 publica Obra reunida.
Pompeyo del Valle
Nació en Tegucigalpa el 26 de octubre de 1929. Sus padres: Carlos del Valle y Soldevilla y de Carmen Moncada Rivera. Es otro de los autores de la llamada generación literaria del 50. Ejerció el periodismo en los diarios El Cronista y El Día.
También dirigió la Revista de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
De su obra: La ruta fulgurante (1956), Antología mínima (1958), El fugitivo (1963), Cifra y rumbo de abril (1964), Nostalgia y belleza del amor (1970), Monólogo de un condenado a muerte (1978), Ciudad con dragones (1980), Duración de lo eterno (1989), El encantado vino del otoño (2002), Piano de cola en el mar (2006).
En 1981 recibe el premio Nacional de Literatura Ramón Rosa y en 1988 gana el premio Juan Ramón Molina con su libro Duración de lo eterno. En teatro publicó Médico de almas (1993). También ha escrito libros en narrativa.
José Luis Quesada
Nació en olanchito, Yoro, en 1948. Perteneció a los grupos La Voz Convocada (La Ceiba) y Tauanka (Tegucigalpa). Es una de las voces de la poesía vanguardista de Honduras y perteneció al conocido grupo La voz convocada, que se organizó en La Ceiba.
De su obra poética: La voz convocada (volumen colectivo, 1967), Porque no espero nunca más volver (1974), Cuaderno de testimonios (1981), La vida como una guerra (1982), Sombra del blanco día (1987), La memoria posible (Antología personal, 1990). En 1994 publicó el libro de cuentos El falso duende. Se distingue por ser finalista de los premios Casa de las Américas (Cuba, 1979) y Educa (Costa Rica, 1985).
Algunos de sus reconocimientos: Premio Universidad Nacional Autónoma de Honduras (1980), Premio Centroamericano Juan Ramón Molina (1985) y Premio José Trinidad Reyes (1992).
“Este encuentro es un acto de justicia”: Jorge Martínez
Tras el Recital Nacional de Poesía está el trabajo de los escritores Jorge Martínez y Gustavo Campos.
Martínez da a conocer sus impresiones sobre este evento que podría tildarse como un acto quijotesco. Pero valioso porque reúne voces poéticas de varias generaciones.
—¿No es un tanto descabellado lanzarse a organizar un proyecto de esta clase sin contar con un presupuesto sólido?
No, si se tienen en cuenta los objetivos y se ve con claridad el contexto cultural en el que se desenvuelve la literatura hondureña. El objetivo es conocer la capacidad de acción del sector para incorporarse a la organización de un evento de trascendencia nacional, crear las bases para la realización de eventos mayores que tenemos en la mira.
—¿Cuál ha sido la respuesta gubernamental y de la empresa privada para apoyar esta iniciativa cultural?
En primer lugar se nota un poco de incertidumbre, pero hay receptividad en todos los sectores. Para este evento, la pieza clave ha sido la colaboración de los actores locales y la Secretaría de Cultura, la Alianza Francesa, El Museo de Antropología e Historia, La Casa de la Cultura de El Progreso, la Unah-vs, la Upnfm, la junta directiva del Centro Cultural Infantil, la Municipalidad de San Pedro Sula, la Municipalidad de El Progreso, y, definitivamente, el respaldo del Ministro de Cultura, Tulio Mariano Gonzales. La Empresa Privada ha ayudado poco, pero lo poco que ha apoyado, es invaluable; también la iglesia Católica, el Obispado de San Pedro Sula nos ha brindado su apoyo. Los medios de comunicación, especialmente La Prensa, entre otros de la ciudad, han sido muy atentos al promover el Recital Nacional de Poesía.
—¿Qué tan importante es para la literatura -en especial la poesía- este encuentro que reúne una generación trascendental de poetas y las nuevas?
Ni siquiera se puede valorar ahora. El solo hecho de reunir a la Generación del 50, los miembros del Taller La Voz Convocada, Tauanka, la Generación del 84, y la última generación de poetas, es, definitivamente, más valioso de lo que se pueda imaginar, no solo para los estudiosos de la literatura, sino para los poetas mismos que nunca han coincidido en un evento de esta magnitud. Recuperar los poemas en viva voz de los poetas es un tesoro para las letras hondureñas.
—¿Estaría dispuesto a organizar de nuevo un encuentro de este nivel?
Sí, aunque en ello corra el riesgo de ser tildado de excesivamente tolerante con las voces que no han logrado consagrarse. Nuestro siguiente paso es el Festival Latinoamericano de Poesía Contemporánea.