23/05/2024
08:59 AM

Salir de la Unah-vs es un infierno para los conductores

A diario miles de estudiantes sufren el tráfico vehicular. Un universitario compartió su calvario

“El debate sobre los derechos humanos que deberían respetarse en el país no es suficiente para distraerme del reloj que marca las 8:45 de la noche e incrementa mi angustia por salir al estacionamiento, el que desde hace más de dos semanas se ha convertido en un campo de batalla para los universitarios.

Guardo los cuadernos, anticipando que la catedrática está por despedirse, el “nos vemos mañana” es suficiente para correr hacia el vehículo, que aunque quise estacionar desde mi llegada a las 6:20 de la tarde en un punto estratégico para facilitar mi salida, los espacios llenos no me lo permitieron.

El estacionamiento de la Unah-vs ya no se da abasto para tantos vehículos que semestralmente aumentan más. (Este año la matrícula es de 17,500 alumnos, y más del 50% estudia por la noche). Luego de caminar, o mejor dicho casi correr, del edificio cuatro al costado, donde nadie quiere aparcar su carro por ser oscuro y de tierra pero ante no haber otra opción lo hacen, pongo en marcha el vehículo.

Después de avanzar media cuadra me detengo, y recuerdo que ya comenzó mi calvario. Son las nueve de la noche y más de 40 estudiantes ya ocupan sus lugares dentro de las interminables filas, en la que por segundos se suman más.

Pasan diez minutos y mi turno de atravesar el portón frontal del alma máter en la zona norte, aún no llega, y debo confesar que la desesperación ya se apodera de mí.

A las 9:15 y casi al mismo tiempo mis compañeros y yo comenzamos a tocar las bocinas de los vehículos con tanta fuerza, que el sonido es casi ensordecedor e imagino levantó a varias de las personas que residen en los apartamentos cercanos. Me doy por vencido. No puedo seguir esperando que los dos guardias del centro evacuen el lugar hasta que llegue mi turno, retrocedo y me dirijo hacia la salida habilitada donde construyen el edificio de Ciencias Médicas, donde también me espera una fila considerable, pero no tan larga como la anterior.

Observo cinco vehículos, cuyos conductores prefieren esperar que se reduzcan las filas para poder intentar salir, sin importar que esto lleve varios minutos y hasta horas. Sorprendentemente la velocidad de los vehículos que sigo comienza aumentar, hasta que a las 9:23 de la noche logro a atravesar con una sonrisa y alivio el portón con el letrero que indica que funciona únicamente de salida.

Doblo a mi izquierda, para tomar la calle que me llevará frente a la universidad, minutos más tarde me di cuenta que fue un grave error. Al doblar hacia el bulevar de la Unah-vs y a lo lejos observo el nudo de vehículos que se ha formado a la altura de la colonia Villas del Sol por el mal estado de tres semáforos, (ya que el cuarto aparato fue embestido por un conductor hace varias semanas).

Lamento vivir en una ciudad donde las obras de infraestructura y vialidad pasan a un segundo plano. Mi espera continúa, esta vez en una de las tres filas del amplio bulevar, algunos conductores más osados utilizan sus artimañas para ahorrarse unos minutos de espera. Yo solo puedo ver la más de media hora y el galón y medio de combustible que hasta ahora he perdido.

En este embotellamiento que parece no tener fin, los conductores estamos expuestos a un accidente o que por una jugada del destino seamos parte de las tan famosas colisiones por alcance.

A las 9:45 de la noche, el hambre, el cansancio y la desesperación ya juegan en mi contra, siendo mi mayor incentivo para dejar atrás unos tres motoristas que parecen ya haberse resignado a la espera. En la fila, volteo a mi derecha y veo en el rostro sudado del conductor que está a mi lado, la cólera que siente por estar en este lío, parece absurdo pero hasta me compadecí de él. Y así logré salir del bulevar hacia el norte, donde el tráfico a esa hora de la noche es liviano”.

Este es el relato de Alfredo Castillo, uno de los miles de universitarios que sufre a raíz del tráfico que este año ha aumentado, y que se agudiza por el mal estado de los semáforos en San Pedro Sula.