26/04/2024
06:45 AM

Las largas noches que pasan familiares frente a la morgue

Funerarias preparan a los difuntos para que duren hasta 48 horas y puedan trasladarlos a otro lugar.

    San Pedro Sula, Honduras.

    Más allá de un portón negro de hierro custodiado por guardias, los forenses trabajan entre olores nauseabundos tratando de desentrañar las causas de la muerte de tantas víctimas de la violencia, mientras en la antesala de la morgue los familiares se impacientan esperando que les entreguen los cuerpos.

    En dos largas bancas de cemento con respaldo de madera, los dolientes se confunden con los comerciantes funerarios que ofrecen sus servicios. En cuanto llegan personas con los rostros entristecidos, a veces agitadas por el dolor, las abordan con sutileza para ofrecerles desde un ataúd de madera rústica hasta uno tipo Presidente, con doble tapadera y ventanilla de cristal.

    El servicio de preparación y el embalsamado de los cadáveres lo practican en sus respectivas funerarias, aunque hay aprendices que lo hacen en las afueras de la morgue, a escondidas de la Policía, según los comentarios recogidos en el lugar.

    Muchos de los dolientes velan prácticamente allí a sus muertos, aunque estos estén en la sala de autopsia o en un freezer, pues han esperado toda la noche a que se los entreguen.

    El trabajo comienza con el reconocimiento de un cadáver.
    Solamente hace falta el naipe para jugar a las cartas y no dejarse vencer por el sueño, puesto que allí, al par de la galera de espera, hay otra más pequeña en donde venden refrescos, cigarrillos, pan y café.

    Uno de los vendedores de ataúdes dijo que con 38 años en el oficio ya no le causa impresión trabajar cadáveres putrefactos, tiroteados o acuchillados. Aunque algunos cadáveres se mueven cuando les presionan algún tendón, no le provoca ni el mínimo temor, pues sabe que están bien muertecitos.

    De repente, el empleado de una funeraria pregunta a otro que llegó antes que él: “¿Cuántos amanecieron hoy?”. “Solo uno que mataron en Villanueva, pero ya se lo llevaron”, fue la respuesta.

    Se abren los portones negros y sale el vehículo llamado “la morguera”, en el que se transporta el médico forense y su asistente con rumbo desconocido. Lo más seguro es que van a levantar uno o más cuerpos.