Nidia Ochoa es una mujer ejemplar que en agosto cumplirá 50 años se servir a la población en el hospital regional del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), convirtiéndose en la enfermera de mayor trayectoria en San Pedro Sula.
De trato cálido, Ochoa compartió que su deseo de ser enfermera surgió cuando era niña, ya que admiraba la labor que realizaban las enfermeras en el hospital.
Al crecer decidió formarse como enfermera auxiliar en la escuela del hospital Leonardo Martínez Valenzuela, pese a que su madre quería que fuera maestra.
Meses después de su graduación fue enviada a realizar unas prácticas de laboratorio en el IHSS, donde fue contratada por la institución gracias a su destreza.
Acerca de los retos que ha enfrentado, dijo que han sido mucho, pero que nada ha impedido que atienda a sus pacientes, incluso cuando no ha tenido transporte ha caminado desde su casa hasta el hospital. “En el hospital hemos pasado huracanes, temblores y huelgas, pero nunca hemos dejado de servir”, expresó.
En sus anécdotas se encuentran momentos felices viendo a sus pacientes recuperados, pero también otras que le han roto el corazón. “Es duro que un paciente lo agarre y le diga ‘no me deje morir’ y no poder hacer nada para salvarlo”, dijo con voz entrecortada.
Agregó que aún no quiere jubilarse, ya que ama su profesión. A sus 65 años, Nidia llega todos los días a las 5:30 am al IHSS para atender a los pacientes, pese a que su hora de entrada es a las 7:00 am.
Beca cambió su vida
Alba Luz Mejía es una auxiliar de enfermería bastante querida por los pacientes y personal del hospital regional del IHSS, a quien una beca le cambió la vida.
De sonrisa afable, Mejía narró que nació en el municipio de San Miguel, Intibucá, donde había muchas carencias y pocas posibilidades para estudiar.
No obstante, al finalizar su educación básica, recibió una beca para estudiar enfermería en el hospital Evangélico de Siguatepeque. Luego de graduarse trabajó en una clínica de Santa Bárbara y tiempo después logró obtener empleo en el IHSS. Alba Luz contó que lleva 42 años trabajando en el hospital regional y que actualmente se desempeña en el área de consulta externa.
Con una sonrisa expresó que está agradecida porque esa beca le permitió obtener empleo, construir su casa y formar una familia en la zona norte, donde sirve con compromiso y dedicación.
Vio nacer al Mario Rivas
Al hablar de profesionales destacados de la enfermería es imposible no mencionar a Isabel María Echeverría Agurcia, una pionera que forma parte de la historia del hospital Mario Catarino Rivas.
Echeverría y un grupo de compañeras estaban por graduarse de la universidad cuando fueron contratadas por el doctor Reynaldo Urtecho, primer director del Rivas en 1989, un año antes de su inauguración.
La originaria de Olanchito reveló que inicialmente quería estudiar medicina, pero no pudo hacerlo debido a la falta de recursos.
Al llegar al Rivas fue asignada a Pediatría y aunque no le gustaban los niños, terminó amándolos y dedicando su vida a cuidarlos. Echeverría, quien es jefa del servicio de enfermería en Pediatría, dijo que lo más gratificante ha sido ver a los niños que ha atendido convertirse en adultos, muchos incluso han regresado al hospital para agradecerle.
Enfermero por accidente
Aunque trabajar en el sistema de salud no estaba en sus planes, Noé Mario Rodríguez Dubón, ha logrado forjar una carrera de más de 40 años en el hospital regional del IHSS, ganándose el cariño de los pacientes y sus compañeros.
El carismático sampedrano, de 63 años, relató que de joven deseaba convertirse en maestro, pero “por cosas de la vida” fue reclutado por el ejército en 1978, donde lo pusieron a estudiar enfermería.
Tras graduarse del Cerarh Norte como auxiliar de enfermería, sirvió varios años en el batallón. No obstante, en 1982 fue contratado en el hospital del IHSS, donde llegó a derribar estereotipos, ya que en ese momento solo había ocho enfermeros varones en todo el centro.
Compartió que con el paso del tiempo terminó amando su profesión y que servir en el área de ortopedia para hombres del IHSS es algo que hace con mucho corazón.
De niña jugaba a curar ayotes
“Nunca tuve una muñeca, así que de niña jugaba con ayotes a ser doctora, de esos que tenían una curvita”, comenzó narrando Mirna Bueso, una enfermera que ha dedicado más de 30 años de su vida a servir a los sampedranos.
Su sueño era ser médico, pero debido a que provenía de una familia numerosa y de recursos limitados, Bueso abandonó su natal Cucuyagua, en Copán, para buscar oportunidades en la zona norte. Inicialmente se formó como auxiliar de enfermería y en 2008 logró graduarse de la universidad.
Durante sus años de servicio ha trabajado en el hospital Mario Rivas y varios centros de salud de la ciudad. Pese a que fue víctima de la inseguridad mientras desempeñaba su labor, nunca abandonó su profesión. Ahora labora en la clínica de tuberculosis del Miguel Paz Barahona y expresa sentirse realizada y feliz porque su hija pronto se convertirá en doctora.
Soñaba con ser enfermera
Originaria del municipio de Alubarén, en Francisco Morazán, Santos Núñez llegó a la Capital Industrial hace 34 años, para realizar su servicio social.
Estudió para ser auxiliar de enfermería en el Cerarh de Tegucigalpa con muchas dificultades, motivada por su deseo de servir a la población hondureña.
En 1989, tras su graduación trabajó algún tiempo en Quimistán, Santa Bárbara, pero luego fue llamada para trabajar en el centro de salud de Naco, mismo que inauguró y donde brindó atención ella sola por varios meses.
Acerca de su experiencia, indicó que ha sido bonita y que se siente bendecida, ya que logró establecerse en Naco, formó una familia y ahora sus hijos estudian psicología y medicina. Reconoció que el trabajo de enfermería es un tanto invisible y difícil en ocasiones, pero que vale la pena. A las nuevas generaciones les aconsejó que sirvan con amor.