San José de Colinas revivirá tradición futbolera en memoria de Alejandro Rivera Fajardo
La familia Fajardo, enorme y muy querida en San José de Colinas, Santa Bárbara volverá a jugar fútbol este 28 de diciembre para recordar a uno de sus miembros más entrañables que hoy cumple 48 días de fallecido
- Actualizado: 26 de diciembre de 2025 a las 16:31 /
San José de Colinas, un pequeño y hermoso pueblo de Santa Bárbara donde las tradiciones se resguardan como un abrazo que perdura en el tiempo, volverá a revivir una vieja tradición, esta vez como un homenaje póstumo en memoria de Edwin Alejandro Rivera Fajardo.
Será rodando el balón en el famoso partido entre los Fajardo que se rendirá tributo al recuerdo de un muchacho cuyos sueños siguen habitando en la comunidad patepluma que hoy lo llora y recuerda con nostalgia.
El encuentro se llevará en la cancha del estadio Xiomara Castro este domingo 28 de diciembre a las 8:00 de la mañana, un escenario que esperan se colme de sus más cercanos familiares y amigos.
La familia Fajardo, que durante años ha organizado los tradicionales encuentros postnavideños y que se volvieron una tradición infaltable de cada diciembre, lo retomará para recordar al joven emprendedor que perdió la vida hace 48 días en un accidente vial en San Pedro Sula.
Un niño que soñaba con tocar el espacio
De pequeño, Alejandro miraba al cielo con la convicción de que algún día sería astronauta. Hablaba de la NASA como quien habla de su destino, con esa mezcla de inocencia y ambición que solo poseen los niños que creen de verdad. Sus cuadernos estaban llenos de números, fórmulas y dibujos de cohetes.
Era brillante. Aplicado. Constante. Su madre, Karen Fajardo, recuerda con orgullo que, año tras año, Alejandro acumuló reconocimientos por su excelencia académica y conducta ejemplar.
Estudió en Our Second Home y en el Saint Joseph Institute; incluso cursó diplomados de matemáticas en la Universidad Pedagógica Nacional. Lo suyo era aprender, resolver, imaginar. Tenía una mente hecha para ir lejos.
Una vida de esfuerzo y de sueños en pausa
Aunque Ale, como le decían sus más cercanos, quería continuar sus estudios universitarios, la vida le pidió hacerse cargo de otras prioridades: trabajar para echar a andar su emprendiemiento, cumplir responsabilidades que, para su edad, muchos no asumen con tanta entereza.
Durante el día laboraba en un call center; por las noches recorría la ciudad como repartidor de comida para sumar ingresos y abrirse camino.
Con esa disciplina decidió emprender su propio negocio de delivery 24 horas. Lo formalizó, se registró como comerciante individual y comenzó a construir, paso a paso, la autonomía que soñaba. El plan, cuenta su madre, era ir a Estados Unidos y buscar una oportunidad real en la Nasa.
“Tenía capacidad de sobra”, cuenta su madre con orgullo en medio del dolor que sigue a flor de piel.
La vida no le alcanzó para completar ese anhelo, pero sí para dejar una huella profunda en quienes lo conocieron. Él nació el 18 de octubre del 2000 y tenía 25 años. Con su novia Gabriela Tud tenía muchos planes y sueños por cumplir.
El amor por su equipo y el deseo que queda pendiente
Entre tantas pasiones que lo acompañaron: las matemáticas, los estudios, el trabajo, los sueños, hubo una que le encendía el alma: el Real España. Donde jugara el equipo, Alejandro estaba. Cantaba, vibraba, celebraba.
Ahora, su familia acaricia un deseo íntimo: llevar una fotografía suya a la sede del Real España y colocarla allí, como un homenaje silencioso para el joven que alentó con todo el corazón. “Mi Ale amaba su equipo”, dice su madre. “Ese sería su lugar”.
El sábado 8 de noviembre, la noticia de su deceso corrió con dolor por San Pedro Sula: Edwin Alejandro había perdido la vida en un accidente de tránsito en el bulevar del norte.
Compañeros y amigos lo definieron como un joven responsable, trabajador y noble. “Siempre dispuesto, siempre correcto”.
Este 28 de diciembre, cuando el balón vuelva a rodar entre la familia Fajardo y el equipo al que retan, Alejandro estará en cada pase, en cada grito, en cada abrazo después del gol. San José de Colinas lo recordará como fue: un muchacho brillante, soñador, trabajador y profundamente querido.
Un joven que, aunque no pudo llegar a la NASA, dejó en la tierra una constelación de afectos que lo mantendrá vivo para siempre.