Con sus tres niños de 13, 12 y 2 años, Alma Mendoza, originaria de Tocoa, Colón, desde que llegó a México vive en la cuarta calle del barrio El Centro en Tapachula. Todas las noches forma parte del grupo de hondureños que se aposta frente a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para vender café con pan a los migrantes. Ella desde que llegó contó que no se quedó de brazos cruzados y decidió ganarse la vida, mientras espera una respuesta a su solicitud de refugio en ese país.
La hondureña relató a LA PRENSA que algunas veces encuentra gente de buen corazón que conmovida por sus niños le da posada para que deje de dormir en la calle y no se exponga a los peligros.
LEA: “Hui por la extorsión”, dice veterano motorista de bus
En otras ocasiones no le queda más opción que velar el sueño de sus hijos y quedarse en la acera adonde vende el café. “Solo tiro un plástico y allí se duermen. Uno tiene que buscar cómo pasarla. Me vine con mis tres hijos y mi hermano, sabíamos que no sería fácil, pero no nos rendimos”, dijo la hondureña.
Para saber
Apoyo.Asegura que ha recibido ayuda desde que llegó, pero a veces relata que le ha tocado dormir en las calles porque no tiene un hogar.
Trabajo.Alma quiere laborar en Tapachula, dice que no llegó a robar ni a delinquir, “solo busco una oportunidad para mí y mis hijos”.
|
No ha seguido el camino a Estados Unidos porque espera papeles y no quiere arriesgar a sus hijos. “Si encuentro un trabajo pienso quedarme aquí en Tapachula y si no, pues tocará continuar para arriba, pero eso será cuando tenga papeles”, señaló. Alma revela que pasa con temor porque mientras no le den un papel que le garantice que está legal, teme que en uno de los operativos puedan detenerla y deportarla de nuevo.
Fechas
15 Enero 2019.Viaje. Alma y su familia iniciaron ese día el viaje con destino a Estados Unidos, pero al final, ante los peligros, decidió quedarse en Tapachula, Chiapas.
29 junio 2019.Solicitud. Inició trámites para lograr el refugio en México. Espera que en 20 días le den una respuesta a su petición.
|
Clama por ayuda. Alma recuerda con tristeza cuando tomó a sus hijos, dos mochilas con poca ropa, unos pocos lempiras y decidió salir de Honduras. Asegura que lo ha arriesgado todo porque quiere que sus hijos no vivan con el miedo que ella enfrentó desde que se dio el conflicto en el Aguán. “No es fácil vivir en angustia, no quiero eso para mis hijos, por eso a México solo le pedimos que nos dé la oportunidad de quedarnos. Somos personas trabajadoras. Estoy demostrando que busco ganarme la vida honradamente. Vendo café y vendo pan. No pido en las calles, no ando robando, no le hago mal a nadie, solo me gano la vida de manera honrada y merezco una oportunidad, por lo que pido que me den los papeles”, puntualizó la oriunda de Tocoa.