21/05/2025
03:47 PM

Subjetividad sectaria

Cuando se leen las páginas editoriales de los diarios se encuentran enfoques muy constructivos sobre los problemas del país; la mayoría de los analistas coincide en la necesidad de encontrar para la nación un rumbo adecuado a las demandas sociales.

    Cuando se leen las páginas editoriales de los diarios se encuentran enfoques muy constructivos sobre los problemas del país; la mayoría de los analistas coincide en la necesidad de encontrar para la nación un rumbo adecuado a las demandas sociales.

    Es de entre la alta dirigencia de los partidos de donde emergen las más disparatadas opiniones, unas mezquinas para impedir soluciones que eleven la imagen del gobierno, otras oportunistas para quedar bien con los poderes conservadores del país y del exterior, unas terceras lamentables, con una mezcla de lo anterior más una rampante oscuridad; todas con una grave subjetividad sectaria.

    El proceso de elecciones primarias que se lleva a cabo en Estados Unidos nos ha estado proyectando formas correctas de conducir las diferencias de enfoque de los problemas nacionales; hemos presenciado un debate inteligente entre personas íntegras de uno y otro partido, respetables, de muy alta calidad humana, donde no hay espacio para lo chocarrero ni para el parloteo irrespetuoso.

    Es natural que un debate de esta naturaleza vaya destilando lo mejor, y así, aunque el presidente no siempre resulta un personaje a la altura de su nación, la composición del Senado y el Congreso sí logra exhibir cuadros de muy alta calificación moral y política.

    La distancia respecto a nosotros es enorme, no porque aquí no haya personas con capacidad para emprender campañas políticas inteligentes, formadoras de una conciencia ciudadana positiva, sino porque, como se ha venido insistiendo, los menos aptos han secuestrado los partidos y, con base en ello, copado las más altas posiciones de representatividad en el Estado.

    Esto en nuestro medio no ha sido siempre así. Diplomáticos y exploradores norteamericanos que se hicieron presentes en nuestro país a comienzos de la república, destacaron la honorabilidad e ilustración de gobernantes y representantes; despachando desde oficinas modestísimas, conducían la nueva nación con verdadero patriotismo y sapiencia, sobre todo con gran dignidad.

    Y en el reciente pasado, si revisamos las actas del Congreso, así como nos topamos con calamidades como el continuismo de Carías, el afianzamiento del régimen concesionario, la legitimación de regímenes militares y el intento de golpe de Estado de Suazo Córdova, encontramos brillantes participaciones y formidables defensas del interés nacional.

    No hay duda, nos encontramos inmersos en un alarmante proceso de devaluación de nuestros cuadros políticos en un momento en que el país demanda integridad y capacidad, cuando pretendemos construir una nueva democracia.