24/11/2025
06:46 PM

Sepulcros blanqueados

Es posible que el corrupto y corruptor se haya arrepentido, de verdad, de su cola de fechorías. Es normal ver ahora al ex ministro con la Biblia, cual desodorante, bajo el sobaco, aporreándose el pecho y hablando en lenguas. No es extraño, en esta farsa catracha, encontrarse a un ex alcalde, ex vice edil o a un ex regidor, haciendo teatro en algún show teleevangelístico dando 'testimonio' de su gran poder de sanación.

    Es posible que el corrupto y corruptor se haya arrepentido, de verdad, de su cola de fechorías. Es normal ver ahora al ex ministro con la Biblia, cual desodorante, bajo el sobaco, aporreándose el pecho y hablando en lenguas. No es extraño, en esta farsa catracha, encontrarse a un ex alcalde, ex vice edil o a un ex regidor, haciendo teatro en algún show teleevangelístico dando 'testimonio' de su gran poder de sanación.

    Está en su derecho el ex vicepresidente de dar, a diestra y siniestra, una florecida y fanática declaración de 'hombre nuevo' sobre sus fechorías y su ominoso pasado. Eso es normal en el negocio del arrepentido ex diputado, ex juez, ex magistrado; esos mismos sepulcros blanqueados que, a cada rato y a tal extremo, nos los encontramos por esos caminos torcidos de Dios dispensándonos el favor de su saludo o, echándonos un rosario de jaculatorias, trisagios y 'bendiciones' en nombre del Señor.

    Pero, como el mundo es como es, uno quisiera, de verdad, creerle ese su desmesurado olor de santidad que expele el ex hombre público 'renovado' o al demagogo 'cristiano' desplumador del erario, cuestionado por el inapelable juicio de la vindicta pública. Desearíamos de verdad, aunque con los asuntos del Señor no se juega, aguantar la risotada en su propia cara por su descarado poder camaleónico. El sainete es tan grande que, si estuviéramos mal parados y descomidos, podrían llegar a convencernos de estar ante al último engendro del Mesías.

    Es más, tal es el nivel de alta paja de estos 'creyentes' de nuevo cuño que, de pronto, empezamos a creer, ingenuo que es uno, que tales 'renacidos' se van a ir derechito, con todo y chancletas, a las praderas celestiales.

    ¿Por qué no creerles, si de esos arrepentidos está lleno el reino de los cielos? Sencillo, no es que seamos perjuros; es más, nos iríamos hincados desde aquí hasta Roma si esos falsarios, que sienten el peso de los pasos de ese animal grande de la fiscalía, no sólo dieran testimonio de su descalabrada vida de pillos de siete suelas, sino que también devolvieran, a la hora de darse baños de 'pureza', uno a uno, el billetito sustraído, de manera subrepticia y sostenible, de las arcas del Estado. Así, sí se les creería de verdad que son cristianos de tomo y lomo y salvos, devolviendo todito lo güeviado.