11/05/2025
05:41 PM

La cooperación internacional

El gobierno de Suecia, a través de su embajadora en Centro América, anunció recientemente que disminuirá la ayuda para el desarrollo a Honduras. Lo anterior es parte, según las declaraciones de la embajadora, de una nueva política del gobierno sueco que redefine objetivos, disminuye montos y reduce la cantidad de países donde se tendrá presencia. Ante la importancia que ha adquirido la cooperación internacional en nuestra nación, este anuncio ha disparado las alarmas en los círculos políticos, que han empezado a lanzar al aire diferentes interpretaciones sobre las razones para el retiro.

    El gobierno de Suecia, a través de su embajadora en Centro América, anunció recientemente que disminuirá la ayuda para el desarrollo a Honduras. Lo anterior es parte, según las declaraciones de la embajadora, de una nueva política del gobierno sueco que redefine objetivos, disminuye montos y reduce la cantidad de países donde se tendrá presencia. Ante la importancia que ha adquirido la cooperación internacional en nuestra nación, este anuncio ha disparado las alarmas en los círculos políticos, que han empezado a lanzar al aire diferentes interpretaciones sobre las razones para el retiro.

    Antes de cualquier acusación, la disminución de la cooperación es una oportunidad para la reflexión profunda. Podemos afirmar que en Honduras hemos estado acostumbrados en los últimos años a que los cooperantes financien muchas tareas que se asumen deben ser costeadas con recursos nacionales. El paso del huracán Mitch agudizó esta situación, ya que la ayuda llegó en considerables cantidades y vino a constituir un pilar fundamental para reconstruir la infraestructura dañada y a compensar a la población hondureña gravemente afectada.

    A partir de allí, la cooperación internacional y sus mecanismos de coordinación se percibían tan importantes o quizá más importantes que cualquier instancia del gobierno hondureño. A lo anterior se acostumbraron muchos y lamentablemente, además del efecto positivo que en muchos casos generó la cooperación financiera, ésta agudizó la dependencia financiera y hasta mental. No se concibe hoy una iniciativa importante que no tenga la participación de los donantes; se le da más relevancia a las declaraciones de un embajador que a la de un ministro.

    Los tiempos van cambiando y los países cooperantes y donantes ya no concederán recursos a manos llenas. Enmarcados en nuevas políticas internas, como los ajustes a sus presupuestos nacionales, y guiados por acuerdos entre ellos mismos, la ayuda para el desarrollo tomará ahora nuevas características. Se otorgará de una forma más cuidadosa, armonizándola con los objetivos nacionales de desarrollo, otorgándoles más protagonismo a los actores nacionales, enfocada en resultados y no en insumos.

    Es hora de reflexionar seriamente. Es el momento adecuado para insistir en la necesidad de cambios en el sistema político y social a fin de que los recursos que podemos explotar generen riqueza para todos. La disminución de la ayuda es también una llamada de alerta para que quienes concentran el poder y la riqueza en el país cambien y se atrevan a contribuir por una sociedad menos violenta y menos desigual.