San Pedro Sula, Honduras.
Para que el nuevo modelo de seguridad social, del que van ofreciendo las partes más atractivas: aumentar la edad en la atención a los hijos; elegir, en el menú, el hospital o clínica; incluir a todos los hondureños, etc. etc. es necesario que alguien dé un paso al lado o se le haga dar, para que no se siga haciendo daño al Instituto Hondureño de Seguridad Social.
Puede parecer una utopía o locura, puesto que el Estado tiene el deber de proteger los derechos humanos de los ciudadanos, y uno de ellos es la salud. Sin embargo, a lo largo de la historia de la institución, sostenida con la cuota de los empleados y patronos, el mayor deudor se convirtió también en saqueador de los recursos con la complicidad de los ejecutivos nombrados desde el Poder Ejecutivo y el silencio de juntas directivas con miembros dizque defensores de los derechos de los trabajadores y empresarios.
Este es asunto crucial en el proyecto que debe contener directa y claramente que el organismo está al servicio exclusivamente de quienes cotizan y de quienes están al día el pago de las cuotas, pues de lo contrario resultará peor la medicina que la enfermedad.
¿Cómo garantizar que el Estado, léase Gobierno, honrará la cuota patronal de aquellos afiliados individuales que no están en planilla? Si en la ley no queda plasmado y blindado el mecanismo del pago de las cuotas aunque para ello haya que hacer más cárceles o incautar bienes de funcionarios y empresarios, estaremos en lo mismo, pero peor. ¿Quién desde los sindicatos o desde el seguro social ha denunciado el hurto de las cuotas de los empleados, deducidas pero que no llegan al seguro?
En la campaña para ablandar la opinión pública, los expositores refieren que el pasado ha quedado atrás y que la visión con optimismo debe enfocarse hacia adelante. Así debiera ser, pero hechos recientes y de antaño, personas de un color y otro evidencian que el planteamiento es de alto riesgo, mucho mayor si la política partidista no es erradicada y se elimina también la categoría de agencia de colocación, cada cuatro años, con que considera el Seguro.
Ojalá que las presiones por acciones al margen del proyecto del nuevo sistema de seguridad social no contribuyan a precipitar las decisiones de las cuales haya que arrepentirse, pues en la presentación y debate de estos día se ofrece una panacea de naturaleza distinta para el político, el empresario y el trabajador con su familia.
Abundarán las sugerencias, diversas serán las propuestas, todas ellas, suponemos, de buena fe; pero mientras lo político, el partidismo, el Gobierno no dé un paso al lado y deje en manos de sus dueños, los cotizantes, en el sistema de la seguridad social continuará el saqueo y, lo que es peor, la impunidad.
Para que el nuevo modelo de seguridad social, del que van ofreciendo las partes más atractivas: aumentar la edad en la atención a los hijos; elegir, en el menú, el hospital o clínica; incluir a todos los hondureños, etc. etc. es necesario que alguien dé un paso al lado o se le haga dar, para que no se siga haciendo daño al Instituto Hondureño de Seguridad Social.
Puede parecer una utopía o locura, puesto que el Estado tiene el deber de proteger los derechos humanos de los ciudadanos, y uno de ellos es la salud. Sin embargo, a lo largo de la historia de la institución, sostenida con la cuota de los empleados y patronos, el mayor deudor se convirtió también en saqueador de los recursos con la complicidad de los ejecutivos nombrados desde el Poder Ejecutivo y el silencio de juntas directivas con miembros dizque defensores de los derechos de los trabajadores y empresarios.
Este es asunto crucial en el proyecto que debe contener directa y claramente que el organismo está al servicio exclusivamente de quienes cotizan y de quienes están al día el pago de las cuotas, pues de lo contrario resultará peor la medicina que la enfermedad.
¿Cómo garantizar que el Estado, léase Gobierno, honrará la cuota patronal de aquellos afiliados individuales que no están en planilla? Si en la ley no queda plasmado y blindado el mecanismo del pago de las cuotas aunque para ello haya que hacer más cárceles o incautar bienes de funcionarios y empresarios, estaremos en lo mismo, pero peor. ¿Quién desde los sindicatos o desde el seguro social ha denunciado el hurto de las cuotas de los empleados, deducidas pero que no llegan al seguro?
En la campaña para ablandar la opinión pública, los expositores refieren que el pasado ha quedado atrás y que la visión con optimismo debe enfocarse hacia adelante. Así debiera ser, pero hechos recientes y de antaño, personas de un color y otro evidencian que el planteamiento es de alto riesgo, mucho mayor si la política partidista no es erradicada y se elimina también la categoría de agencia de colocación, cada cuatro años, con que considera el Seguro.
Ojalá que las presiones por acciones al margen del proyecto del nuevo sistema de seguridad social no contribuyan a precipitar las decisiones de las cuales haya que arrepentirse, pues en la presentación y debate de estos día se ofrece una panacea de naturaleza distinta para el político, el empresario y el trabajador con su familia.
Abundarán las sugerencias, diversas serán las propuestas, todas ellas, suponemos, de buena fe; pero mientras lo político, el partidismo, el Gobierno no dé un paso al lado y deje en manos de sus dueños, los cotizantes, en el sistema de la seguridad social continuará el saqueo y, lo que es peor, la impunidad.