Resulta negativa la indiferencia e incluso rechazo con que la titular de la Secretaría de Salud adopta la oferta del Colegio Médico de Honduras de contribuir con el esfuerzo común de hacer frente a la cada vez más severa epidemia de dengue que está presente en todo el país.
La gravedad sanitaria actual requiere de la integración del recurso humano, de manera coordinada, planificada, despojándose de cualquier celo institucional, de diferencias personales y de diferencias políticas de cara al ascendente número de pacientes infectados, tanto adultos como niños (as), con cifras de morbilidad que van en ascenso diario.
Ha quedado evidenciado que las autoridades gubernamentales no solo no prestaron atención a las advertencias formuladas respecto a la inminencia y gravedad de le epidemia, que está afectando a toda la América Latina, sino que, adicionalmente, la misma ha rebasado las capacidades infraestructurales: centros de salud, salas hospitalarias, medicamentos, por lo cual resulta impostergable el aunar recursos para enfrentar este formidable desafío, cuya conclusión se desconoce.
De hecho, con el inicio de la temporada lluviosa y la llegada de fenómenos meteorológicos, ya pronosticados, es muy posible que la epidemia se recrudecerá, lo que torna imperativo actuar al unísono por parte del gobierno central, las corporaciones municipales, los profesionales de la medicina y de la enfermería, al igual que la población, la que debe adoptar medidas de limpieza de pilas, áreas verdes, depósitos de basuras. Se impone deponer actitudes de rechazo y recelo, por el contrario, dando la bienvenida a cualquier tipo de colaboraciones y ayudas ante la emergencia que enfrentamos, sumando y no restando.
Todas y todos somos compatriotas y el bienestar de nuestros hermanos y hermanas debe ser competencia de todos y todas por igual, más allá de diferencias políticas, sociales, económicas. La realidad es que el dengue está cobrando más víctimas y es de extrema urgencia disponer de la totalidad del recurso humano disponible, sin exclusión alguna, deponiendo cualquier tipo de sectarismo político.
Es evidente que la epidemia ha rebasado con creces la capacidad de respuesta de la Secretaría de Salud, que aún continúa enfrentándola con inexplicable parsimonia.
Evidente es también que nosotros, los ciudadanos de a pie, tenemos que hacer nuestra parte, observando las indicaciones que las autoridades y los médicos repiten constantemente para evitar el contagio del virus. No olvidemos que es nuestra vida la que está en juego.