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Mayor aliciente

  • 29 enero 2023 /

    En la reciente cumbre de los países norteamericanos, Canadá, Estados Unidos y México, prevaleció la política regional, economía y narcotráfico. En lo referido a los masivos desplazamientos hacia el norte, tema migratorio diario, no hubo cambios especiales para los países del norte del istmo centroamericano que, por su situación geográfica, se han convertido también en puente de cada vez mayor número de personas originarias de Sudamérica, el Caribe e, incluso de África.

    De nuevo salió a la palestra la necesidad de crear con celeridad un programa de inversiones como medida eficaz para disminuir las caravanas provenientes de los tres países del istmo más cercanos a México, calificados por el presidente Manuel López Obrador “población en situación de pobreza con problemas de desigualdad, de abandono y de marginación”.

    Una cosa son las intenciones y otras las acciones, pues las primeras llevan décadas mientras que las segundas se diluyen en cooperación, alejada de la inversión, casi siempre para respaldar gastos del gobierno o atender emergencias sin más horizonte que el hoy y sin oportunidades de cambio para mejorar las condiciones de vida y así desalentar la salida del país, evitar tragedias e inmensas calamidades en el trayecto. Las previsiones no son muy favorables, al contrario, la tormenta infla las velas por la cercanía del temporal.

    La visión centrada en la economía sin dirigir la mirada a otros problemas sociopolíticos es una mirada reduccionista, es decir, echar todo en una canasta que a la postre reventará su fondo para seguir alimentando más ansias que soluciones. Aquello del “sueño americano” seguirá pegando fuerte mientras no se concreten y avancen programas reales de mejoramiento en la calidad de vida. La cruda realidad muestra el vehículo en reversa, aumento de la pobreza y, por tanto, mayor interés en emprender el camino hacia afuera.

    El colectivo migratorio refleja una imagen heterogénea no solo por el origen de los migrantes sino también por la edad, la cultura y profesión, el estado civil y el riesgo que representa para la vida en aquellos sectores en que la violencia marca la vida de familias enteras en un ambiente de impunidad que evidencia la debilidad, casi nulidad, de la justicia.

    “De perdidos al río” es la expresión popular para expresar la solución por arriesgada y peligrosa que sea, de manera que, si el ingreso económico es fuerte impulso en el éxodo, también lo es el coraje para salir de la marginalidad y la exclusión a las que están sometidos en sus países. Desaparece la equidad para seguir fortaleciendo el poder en manos de pocos e incrementar la carencia de muchos. Ante esta realidad hiriente, el “sueño americano” es cada vez un mayor aliciente.