18/04/2024
07:53 AM

Los hermanos Pérez Estrada

    Diversos compatriotas nacidos en otros puntos de nuestra geografía patria optaron por migrar desde sus lugares de origen a nuestra ciudad en búsqueda de nuevas oportunidades que les permitieran el crecimiento intelectual y material en sus existencias.

    Provenientes de la colonial Gracias, departamento de Lempira, llegaron tres jóvenes, Álvaro, Tito y Héctor, a principios del siglo XX. Para 1921, el primero había fundado, conjuntamente con el periodista Vidal Mejía, la imprenta Pérez Estrada y Co., en donde se imprimía el semanario El Norte.En 1923, de ello hace cien años, estableció conjuntamente con Tito la Tipografía Pérez Estrada y Hermano, en donde se imprimía El Demócrata, de contenido político electoral.

    En 1925 fundaron el Jardín Botánico, ubicado en el barrio Los Andes, actual avenida Circunvalación, 2 y 5 calle noroeste, de una manzana de extensión, con viveros traídos de El Merendón y de naciones extranjeras, con tan buen éxito que fue visitado por científicos; entre ellos, el prominente Wilson Popenoe, fundador del Jardín Botánico Lancetilla, a inmediaciones del puerto de Tela, quien impresionado escribió: “... los hermanos Pérez Estrada son dos personajes únicos en Honduras, así como su jardín es único, no solo en este país, sino que en todo el territorio comprendido entre México y Panamá... Por muchos años se han dedicado al cultivo de cientos de plantas exóticas que han importado de todas partes del mundo, transformando ese jardín en un bello vergel de la Naturaleza...”.

    En 1926, Héctor organizó la Imprenta Cervantes, publicando la antología “Patria y belleza”. En 1936, asociados con Héctor editaron el libro “Homenaje a la ciudad de Gracias” en el CD aniversario de su fundación. En 1941, Héctor publicó la antología “Patria y belleza”, en tanto, en 1958, Tito escribió “Medina y Soto, rectificaciones históricas”.

    Estos tres hermanos dejaron una positiva huella en la cultura y ciencia de nuestra ciudad, un legado que revela el amor profundo que experimentaron por San Pedro Sula, que los acogió y en la cual pudieron desarrollar su talento y espíritu de iniciativa.

    Así como ellos, muchos otros compatriotas procedentes de los cuatro puntos cardinales de Honduras arribaron al centro urbano en creciente expansión, que, en palabras del historiador Darío Euraque, se había convertido de villorio colonial en emporio bananero desde su fundación en 1536. Rescatemos esos múltiples aportes de compatriotas y extranjeros que con su trabajo cotidiano, talento, visión, hicieron de San Pedro Sula la Capital Industrial de Honduras.