05/12/2025
12:10 AM

Intereses comunes

    Entre las personas y entre las naciones, para que haya una relación de amistad verdadera debe haber intereses comunes. No se puede ir de la mano con alguien que esconde sus intenciones, con alguien que tiene una visión del mundo y de las cosas totalmente diferentes a la nuestra o que actúa movido por intereses particulares.

    Es cierto que un país soberano debe tener la libertad de relacionarse con quien decida le conviene y que debe buscar en otras naciones la ayuda que necesite. Sin embargo, debe tenerse cuidado sobre la influencia que uno o varios países, de la región y de fuera de ella, tengan sobre el nuestro, sobre todo si sus convicciones o su habitual proceder no están en comunión con nuestros ideales democráticos.

    La comandante del Comando Sur de Estados Unidos, en entrevista concedida a LA PRENSA, ha sido enfática: países en los que no hay respeto a los derechos humanos, en los que no hay libertad de expresión, en los que los valores de la democracia no forman parte ni de los postulados de sus gobiernos ni de la vida cotidiana de los ciudadanos, no son buenos referentes, ni puede confiarse en ellos.

    Los intereses comunes de naciones unidas por lazos de amistad no pueden circunscribirse a los económicos, a la posibilidad de hacer negocios, aunque lo anterior forme parte legítima de las relaciones entre los Estados. Pero hay espejos en los que no debemos tener intención ni deseo de reflejarnos.

    En una democracia que se precie de serlo se valoran asuntos como la alternancia en el poder, la libertad de prensa, la libertad de movilización, el derecho de los padres de familia para decidir el tipo de educación que quieren para sus hijos, la pluralidad partidaria, etc. Un país en cuya estructura o funcionamiento ordinario, uno o varios de estos elementos está ausente no puede considerarse un ejemplo a seguir; incluso, si su desarrollo económico resultara envidiable. Salud o educación sin libertad, por decir algo, no es suficiente para ningún ser humano que tenga conciencia de su dignidad de persona.

    Y, aunque Estados Unidos, los estados europeos y otras naciones democráticas no sean ejemplares en todo, compartimos con ellas valores que deben considerarse innegociables. Los países de la región que se han acercado a otros distintos a los enumerados no son, precisamente, los más democráticos ni respetuosos de los derechos de sus ciudadanos. No hay que olvidar que, como reza el antiguo adagio popular: “El que con lobos anda a aullar aprende”.