Durante los primeros ocho meses del presente año, revelados en el informe de comercio exterior del Banco Central de Honduras, se vendieron al exterior un total de $7,660.3 millones, importándose $13,094.4 millones, lo que arroja un déficit comercial de $5,434.2 millones de dólares, un incremento de $633.6 millones (13.2%) respecto a similar período de 2023.
El principal mercado al cual vendemos y compramos continúa siendo Estados Unidos, nación con la que debemos mantener y fortalecer relaciones de recíproca conveniencia por diversas razones; entre ellas, que la Unión Americana es, hoy por hoy, el hogar de casi un millón de compatriotas que han logrado insertarse en ese mercado laboral en distintas áreas.
Su participación en el total exportado constituyó 57%, equivalente a $4,413.6 millones, y 40.8% en el total importado: $5,337.1 millones.
El 52.8% del total de exportaciones hondureñas se dio en prendas de vestir, arneses para automóviles, banano, café, oro, entre otros, orientadas al mercado estadounidense, comprándole a dicho país combustibles, insumos textiles, maíz, automóviles, harina de soja, carne de cerdo y arroz.
El que estemos adquiriendo en el exterior granos básicos indica que no somos capaces de producirlos en cantidades suficientes para abastecer la demanda interna y nuestros productores no pueden competir con los subsidios que el Gobierno federal estadounidense otorga a los agronegocios. Adicionalmente, nuestras tarifas arancelarias, en consonancia con el tratado de libre comercio firmado por ambas naciones, han quedado eliminadas.
Algo similar puede ocurrir con el borrador de tratado comercial con China, actualmente estancado, si tal superpotencia no nos concede trato preferencial para equilibrar, al menos parcialmente, la evidente asimetría existente con Honduras.
Se requiere para cerrar la brecha, cada vez más grande, entre el volumen de exportaciones con el de importaciones otorgar adecuados y suficientes alicientes a la industria y comercio nacional, con garantías jurídicas concretas a efecto de que la inversión nacional y foránea cuente con estímulos y ambiente propicio para hacer de Honduras un lugar óptimo para arriesgar capitales en actividades productivas, no de carácter especulativo.
El disponer de la infraestructura necesaria, en materia energética, de transporte y comunicaciones, resulta otro requisito esencial para competir exitosamente con países vecinos que sí disponen de ella, y con mano de obra calificada, poseedora de espíritu de iniciativa y de colaboración, no de confrontación.