26/09/2023
06:23 PM

Descomunales desafíos

    Los desafíos en este 202 año de la independencia política de Centroamérica son tan complejos que superan con mucho los obstáculos de aquella fecha histórica en la que a una voz la Patria Grande, hoy fraccionada, sumamente débil y sacudida por corrientes externas, abrió las puertas de nueva historia, jornada necesaria para recuperar solidaria y generosamente la ruta soñada por los próceres y anhelada por la población durante más de dos siglos.

    Asentada la democracia en aspecto formal, pero restringida a la fecha de la votación, necesitamos con urgencia rescatar y vigorizar el sistema de libertades en el marco racional de la convivencia armónica en la que el respeto al derecho y el cumplimiento del deber sean pilares fundamentales para avanzar sin que ningún sector quede rezagado de manera que la justicia social sea la antorcha que ilumine el camino.

    Aquel 15 de setiembre de 1821 se rompieron las cadenas que mantenían el istmo sujeto de la Corona española, pero la alegría, la celebración sincera y las definidas metas en el horizonte se fueron diluyendo desde los primeros momentos, de tal manera que los intereses comunes acabaron en vecindad porfiada en estos últimos años con pueblos que se entienden, pero con políticos expertos en inducir la división por intereses personales o grupos favorecidos.

    Los desafíos tras estos dos siglos de independencia formal, no tanto real, son descomunales apuntando hacia niveles negativos de desarrollo evidenciado en la precariedad de la calidad de vida en niveles tan elementales como la subsistencia que empuja cada vez con más fuerza a buscar la supervivencia, con alto riesgo, la supervivencia fuera de nuestras fronteras.

    Los cánticos, discursos, desfiles y alegría sobre todo en la juventud están marcadas anualmente en el calendario, pero el éxodo masivo acapara, con gran dolor, todos los días del año.

    Necesitamos marcar con sinceridad nuestro destino como nación, no dejarlo en mano del sectarismo político ni de intereses externos, pero para ello es preciso además de asegurar la existencia, el valor de la vida, superar los niveles en educación y acrecentar la cultura que se refleje en conducta para respetar los derechos humanos y asumir como desafío inmediato alejado de toda demagogia, la creación de empleo, la atención en salud y la apuesta inmediata en la educación, lo cual exige erradicar la impunidad y asumir con firmeza el comportamiento ético social.

    No hay mucho que celebrar, pero sí conmemorar, es decir, recordar con gratitud, pues la sabiduría popular enseña: “Quien no conoce la historia, está condenado a repetir sus errores”. No precisa explicación, sino abrir los ojos, pues está aún lejano el ambiente de paz, justicia y libertad que haga posible la convivencia en armonía, respeto y felicidad.