06/12/2025
07:51 AM

Gracias, don Jorge

    Así como hay individuos que dejan a su paso por la vida una huella poco noble, hay otras que la dejan luminosa y que invitan a imitarla. Este último es el caso del licenciado Jorge Bueso Arias. Cuando se escriba su biografía, que seguramente se hará, se apuntarán algunas de las ideas que este editorial, por razones de espacio, apenas puede esbozar.

    El rasgo más notable de don Jorge, entre tantos otros sobresalientes, es su capacidad de trabajo. Fue uno de los primeros hondureños que estudió en la Universidad del Estado de Luisiana, la famosa LSU, e inmediatamente a su regreso a Honduras comenzó una larga vida en la que nunca se concedió largas vacaciones y estuvo siempre pendiente de sus obligaciones, durante muchos años al frente del Banco de Occidente, desde donde realizó una enorme labor en favor de este país y desde el que apoyó, sobre todo, pequeñas y medianas iniciativas que permitieron hacer realidad los sueños de tantos hondureños que se sintieron acompañados para desarrollar sus emprendimientos.

    Don Jorge fue también, y tal vez lo anterior deriva de esta cualidad, un hombre de familia. Bastaba verlo cerca de su esposa, doña Mercy, o de sus hijos, para darse cuenta que, para él, ellos eran la razón de su vida y de su trabajo. Desde muy joven reconoció que la familia era el ámbito en el que se sanan todas las heridas y se endulzan todos los sinsabores.

    Por supuesto, don Jorge fue un gran amante de Honduras como pocos lo han sido.

    Luego de perder las elecciones de 1971, como candidato de su amado Partido Liberal, continuó luchando desde la trinchera de la banca privada y de otras iniciativas empresariales, por generar lo que más enriquece y encamina hacia el progreso a una nación: la creación de fuentes de trabajo y la promoción de la inversión en diferentes rubros.

    La honradez acrisolada de don Jorge, también fue indiscutible. Largo resultaría hacer una enumeración del cortejo de virtudes que a la anterior seguían: fortaleza, ecuanimidad, respeto, cortesía, y un largo etcétera.

    En un país en el que hemos caído en la tentación de glorificar y convertir en héroes a personas de dudosos méritos, tenemos en este hombre un referente que sí puede ponerse como ejemplo de ciudadano a imitar. Si la integridad es la suma de todas las virtudes humanas, en don Jorge tenemos esa suma sin que le falte ninguna. Dios lo tenga en su gloria.