Fue Cabañas el primer gobernante hondureño en intentar la construcción de un “camino de hierro” para enlazar las distintas regiones semiaisladas de la nación. Su idea no pudo concretarse al no lograrse financiamiento gestionado por el diplomático Squier.
Otro mandatario, Medina, retomó la iniciativa, concertando préstamos con bancos ingleses y franceses por un monto de seis millones de libras esterlinas en 1866.
Para 1872, la construcción de la línea ferroviaria había colapsado, solamente conectando a Puerto Cortés con San Pedro Sula. El mal manejo de los fondos, la quiebra de uno de losbancos prestamistas y la corrupción de los intermediarios se combinaron para tal fracaso. Empero, según el investigador Darío Euraque, “el ferrocarril y sus vínculos con la nueva exportación frutera cambió a San Pedro Sula como nunca se esperó...”.
De acuerdo con el historiador Marcos Carías, “el primer contacto serio con la tecnología y el capital provenientes del mundo industrializado redundó en un aprendizaje traumático y en un desprestigio nacional”.
La no amortización de la deuda significó que la misma fue creciendo, al punto que para mediados de la década de los novecientos veinte se había incrementado a 30 millones de libras, una de las más elevadas en el mundo per cápita. Fue la administración Paz Barahona la que renegoció exitosamente el monto, terminando de cancelarse en 1953, durante el gobierno de Gálvez.
En 1890, el tramo ferrocarrilero pasó a manos del empresario minero Washington Valentine, vía contrato concesionario, al igual que el faro y muelle de Puerto Cortés.
El otorgamiento de concesiones a las multinacionales bananeras incluía la construcción de ferrocarriles a cambio de la donación de tierras, aguas, bosques y la dispensa de impuestos de importación, estipulando las contratas firmadas que se construirían ramales desde los puertos caribeños hacia el interior del país.
Tal obligación contractual fue ignorada por las empresas fruteras. Hoy, Estados Unidos, Corea del Sur y España han iniciado acercamientos con el gobierno de la presidenta Castro ofreciendo donar el estudio de factibilidad como un primer paso.
El monto de la construcción hasta la costa del Golfo de Fonseca se ha estimado tentativamente entre 10,000 y 15,000 millones de dólares.
Si se hiciera realidad su construcción, de costa a costa, Honduras contaría con el Canal Seco y el Ferrocarril Interoceánico, potenciando las comunicaciones y el comercio interno e internacional. Es de desear que, finalmente, este sueño centenario se haga realidad para bien de nuestro país y sus fuerzas productivas.