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En vísperas de Navidad

  • 22 diciembre 2021 /

    En este día el mundo cristiano entero se prepara para celebrar la Nochebuena y la fiesta de la Navidad. Dos mil veintiún años, más o menos, hace que, en un pobre establo de Belén, como dice la Sagrada Escritura: “el Verbo de Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros” Y, por eso, ciudades enteras se visten de luces, millones de regalos se intercambian y cientos de miles de abrazos y buenos deseos se reparten.

    Para los hondureños esta ha sido una época muy particular. Luego de una campaña política poco propositiva y, más bien, plagada de descalificaciones e insultos, la ciudadanía dio lecciones de civismo, tolerancia y respeto por los demás. Después del temido 28 de noviembre, más bien se ha respirado un clima de paz y esperanza que hace prever un 2022 propicio para conjuntar esfuerzos y trabajar, hombro a hombro, sin distingo de color político e intereses particulares, para sacar adelante el país. Los frescos aires de diciembre deben convertirse en premonición de unas nuevas ideas, de una nueva actitud, de un deseo renovado de convivir y esforzarnos fraternalmente.

    Como muchos han señalado, una de las promesas hechas por la mandataria electa, Xiomara Castro, que más ha calado en la población, es la de trabajar por un proceso de reconciliación nacional; de modo que, los militantes de los partidos que se han enfrentado como rivales antes y durante las elecciones generales, dejen de verse como enemigos y caigan en cuenta que son compatriotas, que son hermanos, que, tanto unos como los otros, son hondureños y, por lo mismo, tienen las mimas obligaciones y los mismos privilegios.

    Como suele suceder en cualquier campaña electoral, en Honduras y en el mundo entero, cada una de las fuerzas políticas procura mostrar su músculo virtuoso, sus cualidades y ventajas, y, al mismo tiempo, las debilidades y defectos de las demás. Pero, una vez concluido el torneo, deben cesar las mutuas acusaciones y dar paso a la concertación, al entendimiento, a la construcción de puentes para tender lazos que faciliten la comunicación y la búsqueda común del bienestar de todos. Se cometería un gravísimo error, y se estarían dando señales equivocadas a la población, si a la victoria siguiera la humillación del perdedor o la búsqueda de venganza por supuestos o verdaderos daños remota o inmediatamente recibidos.

    La Navidad es tiempo de paz, de perdón, de alegría, de hermandad. Y esos son los sentimientos que deben anidar en el corazón y en el pensamiento de absolutamente todos los hondureños. Que así sea.