El entrevistar a Wilmer Ruiz resulta conmovedor y aleccionador, simultáneamente: habiendo perdido una pierna a la tierna edad de siete años, debido a un accidente por lo que debió amputársele, logró superar este trauma e impedimento físico, gracias al apoyo que le brindó su familia, aunado a su voluntad de seguir adelante, sin doblegarse ante la adversidad, pese a las burlas de que era objeto por parte de sus compañeros escolares.
Él resume su filosofía de vida con esta reflexión, que la transmite a toda persona minusválida: “Confíen en Dios y luchen por sus sueños. Los límites son mentales, nunca es tarde para aprender y salir adelante”. Y gracias a esta autoconfianza fue que, con la orientación de su padre, aprendió el oficio de mecánico, y hoy es dueño de su propio taller, con lo que de asalariado ha pasado a ser pequeño empresario, dueño de su propio negocio y destino.
Historias de la vida real como la que divulgó Diario LA PRENSA en edición anterior constituyen paradigmas de voluntad, disciplina, motivación, perseverancia, que sirven de ejemplar lección a quienes, de primas a primeras, capitulan ante las adversidades existenciales, y se rehúsan a continuar luchando por remontar sus limitaciones, sean estas materiales o psicológicas, o ambas.
El diseñar metas y objetivos acompañados de las necesarias estrategias para hacerlas realidad, resulta esencial para llevar a feliz término los anhelos formulados. Ello evita pérdidas innecesarias de tiempo y recursos, en condiciones en que estos no son abundantes.
En el proceso pueden suceder algunas caídas y reveses, pero no deben constituir barreras insuperables, por el contrario, de las mismas deben deducirse lecciones para remontarlas y retomar el camino. Recuérdese aquel hermoso verso del poeta español Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
Y Wilmer Ruiz lo hizo suyo, y pese a posibles momentáneos desalientos, ha logrado llegar a controlar su destino, sin caer ni en el pesimismo ni desaliento, sin culpar a nadie de lo ocurrido en su infancia.
Tomen nota de este valiente ejemplo quienes se encuentran en similares o parecidas circunstancias y recuerden: si la montaña no viene a ti, ve tú a la montaña.
Compatriotas como Wilmer Ruiz constituyen un ejemplar y hermoso ejemplo inspirador, al confirmar que las barreras mentales, y no las limitaciones físicas, son las que, en muchas ocasiones, se interponen entre nuestras metas y su puesta en práctica.
En momentos de crisis anímicas, el recordar a tantos compatriotas con limitaciones físicas que cotidianamente se superan, representa la mejor confirmación y lección del Sí SE PUEDE.