29/04/2024
10:10 AM

Camino para la paz

    “Celebrar el Jueves Santo es acoger agradecidos el amor del Señor que se hace mediante entrega y servicio y renovar en nosotros el amor fraterno, quitando del corazón el rechazo, desprecio, odio hacia los demás. De esta manera la fraternidad del Jueves Santo será fundamento y camino para la paz en Honduras”, expresa monseñor Ángel Garachana, en su mensaje de Semana Santa a la feligresía.

    Hasta hace unos años este día era calificado como el primero del triduo sacro, en referencia al viernes y el sábado, en el que los fieles conmemoran, escenifican y siguen paso a paso la acciones y palabras del Maestro en las últimas horas de su vida terrenal. El recuerdo de la reunión de despedida con los discípulos en la celebración de la Pascua, la mayor fiesta anual judía que se llevaría a cabo tres días después, sigue vivo en la liturgia diaria de la misa con el mandato “hagan esto en recuerdo mío”.

    Muchos son los estudios y no pocas las especulaciones, transformadas en tradición, sobre la fecha del nacimiento de Jesús; sin embargo, sobre su muerte, sobre aquellos instantes en que se cumple la Escritura, “cuando sea elevado atraeré todas las cosas a mí”, se disponen hasta de los detalles. En la luna llena de la primavera, el Maestro expresa sus excelsas palabras convertidas en hechos: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida”.

    Aunque las celebraciones, en los templos y en las procesiones, fortalecen la fe y acercan al pueblo cristiano a sus raíces, los más importante es conocer y vivir el mensaje para seguir el camino, desafío urgente, interpretado en nuestros días como paz que “no es simplemente ausencia de guerra o de conflictos, ni resultado del equilibrio de las fuerzas; esta paz apunta hacia la plenitud de vida, recoge como en un haz las bendiciones de Dios, asegura el bien de las personas”, explica monseñor Garachana.

    Durante la Última Cena, eternizada a lo largo de los siglos en múltiples obras de arte, Jesús va desgranando los consejos postreros, las más íntimas recomendaciones, pues la hora de la verdad está cerca y en ella estará solo. Hasta su discípulo más cercano en quien depositaría su total confianza, Pedro, lo niega y abandona, reflejo de los altibajos en la vida cristiana que se tambalea con el materialismo y el consumismo negadores de principios y valores.

    Las celebraciones y ritos de estos días han de superar la tradición, llegar al corazón y consolidar la fe, muchas veces limitada por su debilidad a exterioridades, carente de compromiso cuando escucha la voz que pregunta, como en las primeras páginas de la Biblia, “¿dónde está tu hermano?”.

    “Les digo esto para que encuentren la paz en unión conmigo. En el mundo habrán de sufrir, pero tengan valor, yo he vencido al mundo”, la despedida en aquel primer Jueves Santo señaló el camino y desplegó la pancarta en la meta de llegada: “Yo he vencido al mundo”.