Un viaje siempre parece una experiencia gratificante para cualquiera. Pero un viaje no necesariamente tiene que ser al exterior, ni tampoco tiene que ser vía aérea. Si los viajes nos hacen crecer, uno no crece porque viaje a cualquier lugar, pero si viaja a través de un libro, ese viaje no solo puede ser placentero, sino enriquecedor. Los libros son magníficos compañeros de viaje y son viajes en sí mismos.
Es cierto que todos queremos viajar, pero qué sería si todo el que quisiera pudiera viajar en bicicleta, si las ciclovías no fueran rótulos en las estrechas calles capitalinas, sino rutas de transporte común y corriente para todo el que posea una bicicleta, puede viajar por ellas; se imagina el ahorro de combustible, la menor contaminación del aire y el beneficio para la salud; tal vez tendríamos que lidiar con no ser atropellado por una bicicleta como ocurre en grandes ciudades del mundo como Nueva York, pero el beneficio sería enorme.
Porque vivimos en un mundo de contradicciones a más no poder. Todo el mundo nos dice que debemos evitar el uso de combustibles fósiles, que hay que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y que busquemos reciclar cuanto sea posible; pero mientras decimos eso, la industria turística nos llama a viajar, las concesionarias a que compremos el último modelo de automóvil y la industria aérea nos abarata los costos para que viajemos más y sin duda, esto último constituye un verdadero aliciente para empacar maletas y marcharnos.
Pero se imagina cómo aumenta el consumo de combustible cuando los viajes aéreos bajan su costo. Porque no hay duda que esta rebaja en los costos de los pasajes aéreos y la llegada de nuevas aerolíneas al país, facilitarán que una gran cantidad de hondureños pueda viajar por el mundo, muchos de ellos de la única manera que han tenido para poder ir a encontrarse con un familiar que nos miraban en años, muchos a encontrar esa oportunidad que la carestía de un boleto aéreo les impedía encontrar, pero todos, independientemente de las razones que tengamos para viajar, estamos aumentando el consumo de combustible y por tanto, contaminando más el ya avejentado y adolorido planeta que tenemos.
Hablamos de esa responsabilidad que todos compartimos como humanidad y como sociedad, porque así como las naciones se clasifican entre las que más contaminan y las que menos contaminan, dependiendo del uso que hagan de los combustibles, los individuos también contaminamos en la medida que utilizamos aquellas herramientas que tenemos disponibles, una de ellas la posibilidad de viajar.