“Siempre soñé con tener una moto”, fue la expresión de un profesional de la medicina al recordar ese deseo que tuvo cuando era estudiante, afirma Luis Antonio Ferrera Zambrano a su esposa Katherine Sofía Ramírez, quien también es doctora en medicina general y ambos estudiaron en México.
La tácita respuesta de esta conversación de parejas fue “ni se le cruce por la mente esa idea de comprar una motocicleta”, le advirtió que ellos no tienen la necesidad de comprar ese vehículo de dos ruedas, pues cada quien cuenta con su propio automóvil.
En el país hay un número de motocicletas impresionantes y preocupantes.
En este año 2024 hay 1,401,475, y en San Pedro Sula, un promedio de 119, 371 motos.
La necesidad de la gente de tener un medio de transporte obliga a la mayoría de estos motociclistas a usarlo, e igual un gran promedio las utiliza para trabajar en diferentes labores.
Estos vehículos son en mayor parte de origen asiáticos, en especial de China. Sus ventas se han vuelto tan populares que las distribuyen en cualquiera que sean esos tipos de negocio. Desde sus tiendas autorizadas hasta en “pulperías”, tanto en los negocios de las principales ciudades como en las zonas rurales. Compiten con los electrodomésticos en su forma de pagos.
La equidad de género se demuestra en los conductores de esas motos, pues hay un gran porcentaje de mujeres que se conducen en este vehículo. Familias pequeñas y jóvenes utilizan ese medio de transporte, práctico, económico; pero altamente peligroso.
Lo lamentable, según datos de autoridades, como la Cruz Roja, es que hay un promedio de 8 a 10 accidentes diarios solo en San Pedro Sula; entre ellos, mortales. El doctor Ferrera Zambrano fue una de esas víctimas en un país llamado Honduras.