18/12/2025
10:43 PM

Razones válidas y motivaciones espurias

Roger Martínez

Este domingo 14, los hondureños bien nacidos tenemos un compromiso patriótico. A pesar de las pésimas experiencias y de las lecciones bochornosas que, en distintos momentos, hemos recibido de muchos de nuestros políticos, estamos obligados a continuar apostando por la esperanza y a conservar la ilusión de que, finalmente, llevemos al poder de la nación a hombres y mujeres dignos de representarnos y que, real y sinceramente, se preocupen por hacer de Honduras un lugar en el que pueda nacer, crecer y morir sin que esas realidades nos produzcan pena; pena como sinónimo de dolor, y, tristemente, como sinónimo de vergüenza.
Pero, para acercarnos a las urnas, debemos asegurarnos que nos muevan hacia ellas razones válidas y no motivaciones espurias.

Es válido, es legítimo, que un candidato, un movimiento o un partido, reciba nuestra confianza porque tiene una auténtica preocupación por el país; porque tiene fama de hombre honrado; porque nunca ha vivido de la hacienda pública ni se le ha relacionado con personas o grupos que le han hecho daño a Honduras, que han enlodado su nombre; hombres y mujeres que carecen de cola que se les pueda pisar.

Es válido, es legítimo, votar por un hombre y una mujer que estén dispuestos a poner al servicio de la patria toda su inteligencia, toda su voluntad, todos afectos, y que, si bien es cierto esperan recibir la justa y proporcionada retribución económica, no van a convertir el cargo en la ocasión para obtener ganancias ilícitas, para traficar con sus influencias o para incrementar escandalosamente sus bienes.

Es espurio, es ilegítimo, es inmoral, votar por un sinvergüenza manifiesto, por alguien que ha envejecido en un cargo de elección popular o en un puesto designado por un dedo poderoso, sin que se conozcan aportes concretos al desarrollo del país.

Es penoso que lo que mueva a un individuo a votar por alguien sea la necesidad de conservar un trabajo, una ración de alimentos o un billete de cualquier denominación.

El doloroso momento que nos está tocando vivir debe hacernos reaccionar. Los que tenemos el deber ético de votar, estamos en la obligación de examinar nuestras razones, nuestras motivaciones.

Yo, por lo menos, pienso votar por gente honrada, trabajadora, amante de su familia, con la formación intelectual que les capacite para desarrollar una labor profesional desde el gobierno; por hombres y mujeres que no han sido nunca señalados por corruptos, por andar en malas compañías, por haber convertido este país en un botín a repartir entre su familia y sus amigos.