13/12/2025
12:01 AM

Perro (Canis lupus familiaris)

Francisco Gómez

Variedad doméstica del lobo de muchas y diversas razas, compañero del hombre desde tiempos prehistóricos.

Categoría gramatical: sustantivo. Si es utilizada la palabra como adjetivo significa coloquialmente muy malo, indigno.

En nuestro país es hoy por hoy el vocablo más usado por hombres y mujeres para referirse a un amigo, compañero de trabajo, colega, hermano, entre otros. Es un saludo cariñoso. Sublimamos la palabra y la hicimos moda. La utiliza el pobre, el rico, el joven, el viejo, el analfabeta, el profesional, hombres y mujeres. Usarla para referirse así a un interlocutor es tendencia.

Aquí nos gusta lo vulgar, la chabacanada. Le damos un toque especial de mal gusto insuperable. De hecho, el pollo chuco es el platillo más representativo de nuestra gastronomía. Chuco, qué repugnante nombre. En las redes, los puestos de venta de comidas compiten entre ellos por quien lo hace más mantecoso, lleno de salsa y con más tajadas.

Hemos destruido el lenguaje. Mala ortografía, pésima gramática y ahora lingüísticamente aberrado. Esto es el resultado de los malos Gobiernos. País con educación pobrísima y cultura nula.

Según datos del Observatorio Demográfico de la Unah, nuestro país es en América la segunda nación con más nacimientos por cada 1,000 habitantes, 20.83. Solo Haití nos supera. Además de pobre inversión en educación, se suma la mala gestión de los programas en salud. Por eso alguien dijo acertadamente que somos una fábrica de pobres. Más individuos, más ignorantes, más incultos.

Porque, aunque es correcto exigir a los Gobiernos educación y salud de calidad, lo es también afirmar que la pencada es una decisión personal. La ignorancia no condiciona a la vulgaridad y la irresponsabilidad, ya que es decisión propia cómo comportarse, pero aquí vivimos desenfrenadamente a gusto.

Queremos vivir en un país de leyes, con un nivel de vida del primer mundo, con justicia equitativa, con oportunidades de trabajo decentes, con un buen sistema de salud pública asequible para todos, pero somos indiferentes al ejemplo que damos personalmente. Queremos volar alto como las águilas, pero nos encanta vivir en un chiquero.

Queremos buenos gobiernos, pero damos nuestros votos al candidato más payaso, el que baila punta, el que come en glorietas, el que insulta a sus oponentes, el que abraza ancianas en los mercados. No nos interesa que ninguno hable de sus planes de gobierno. Así somos aquí. Graciosos y despreocupados.

No, tenemos que mejorar, el país nos necesita.