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Oración de la tercera edad

  • 29 julio 2022 /

Leo una “Oración de la tercera edad” firmada por José Laguna Menor, que me parece tan absolutamente hermosa que quiero compartirla con ustedes. Dice así: “Señor, enséñame a envejecer como cristiano. Convénceme de que no son injustos conmigo los que me quitan responsabilidad; los que no ya no piden mi opinión; los que llaman a otro para que ocupe mi puesto. Quítame el orgullo de mi experiencia pasada y el sentimiento de sentirme indispensable. Pero ayúdame, Señor para que siga siendo útil a los demás, contribuyendo con mi alegría al entusiasmo de los que ahora tienen responsabilidades y aceptando mi salida de los campos de actividad, como acepto con naturalidad sencilla la puesta del sol. Finalmente te doy gracias, pues en esta hora tranquila caigo en cuenta de lo mucho que me has amado. Concédeme que mire con gratitud hacia el destino feliz que me tienes preparado, ¡Señor, ayúdame a envejecer así!”.

J. L. Martín Descalzo añade: ¿Hay algo que añadir a esta hermosura de texto? Sí, hay algo: hay que vivirlo. Y ¡qué difícil es envejecer con esa alegre naturalidad! ¡Qué duro para cualquier ser humano reconocer que ha entrado en el atardecer de su vida y aceptar, al mismo tiempo, que aún le queda mucho por hacer, pero que eso que le queda por hacer es algo muy distinto – aunque no menos importante - que lo hecho hasta ahora!

Nadie desprecia al sol de la tarde, pero nadie le empuja a jubilarse, nadie le niega el derecho a seguir dando su luz, débil, pero luz verdadera, necesaria a veces, incluso, hasta la más hermosa: ¡Qué bien sabe el enfermo lo dulce de este último rayo de sol que se cuela, por la última esquina de la ventana, sobre su cama!

¡Ah, si todos los ancianos entendieran que su sonrisa sobre los hombres puede ser tan hermosa y fecunda como ese último rayo del sol antes de ponerse! ¡Qué orgulloso se siente el sol de ser sol, de seguirlo siendo hasta el último segundo de su estancia en el cielo! ¡Señor, Señor, no me dejes marcharme hasta haber repartido el último rayo de mi pobre y querida luz.