29/04/2024
08:42 PM

Mel Zelaya, al frente del Gobierno

Juan Ramón Martínez

Xiomara Castro, es la gobernante que menos se comunica hasta ahora con el pueblo que está comprometida a servir.

En cambio, en una actitud “vicaria”, quien lo hace es su esposo Manuel Zelaya, con mucha experiencia de gobierno, conocimiento de la política y habilidad, con un manejo del lenguaje que provoca satisfacción y seguridad.

Sus últimas declaraciones sobre los problemas del país muestran la visión de los mismos, señala el curso de acción que seguirá Xiomara Castro y pone en evidencia, sin quererlo, sus preocupaciones sobre la operación del Congreso Nacional, la situación financiera, las exigencias de los grupos populares que reclaman soluciones y en un acto humano que lo honra afirma además compasión por lo que le está pasando a Juan Orlando Hernández.

Todo ello provoca satisfacción – es mi caso y supongo que el de muchos analistas nacionales e internaciones – saber que hay alguien en el puente de mando.

Y que quien tiene el timón cuenta con la experiencia suficiente para dialogar y lograr acuerdos, haciendo que el Gobierno despegue.

Es bueno para el país en tiempo de crisis general tener un hombre del calibre de Zelaya Rosales.

Que no le tiene miedo a los periodistas, que exhibe alguna formación lograda sobre la marcha – aunque confunde la historia de la Revolución Francesa y ha desarrollado conciencia de los peligros que enfrenta el Gobierno de Xiomara Castro, en manos de exaltados que buscan lo suyo sin atender las disciplinas que obligan al mando de la persona que fuera escogida por los electores para gobernarnos.

Además, Zelaya muestra que el volumen de conflictos que enfrenta el Gobierno de Libre tienen una velocidad que, proyectados en los próximos años, pueden provocar la caída del régimen. No por las fuerzas opositoras que están asustadas, sino porque se rompa el eje del poder alrededor del cual se sostiene la actual administración.

Además, tiene dos virtudes adicionales: es transparente, espontáneo, no disimula sus sentimientos, por lo que es muy creíble para muchos, por lo que me atrevería a decir que es el menos mentiroso de todos los políticos.

Y por su transparencia es previsible: dice lo que va a hacer o no, comunicando con gran facilidad su pensamiento.

Por ello, en la entrevista que le diera a La Tribuna, antes que lo hiciera como corresponde Xiomara Castro, percibimos atisbos de preocupación.

Sabe que, por ahora, no tiene el Gobierno actual la libertad que él tuvo para moverse desde la critica amistosa a los Estados Unidos por la lentitud en ayudar a Honduras; y la pronta ayuda de Hugo Chávez que, sin mucho papeleo, apoyaba su Gobierno en la primera década de este siglo.

A muchos les puede parecer negativo que Zelaya en un “golpe suave” haya suplantado a su esposa en la Presidencia.

Soy más pragmático, por lo que considero que en el vacío que se ha producido en el primer mes de Gobierno, con una rebelión latente en el interior del partido del cual es propietario, un Congreso ilegitimo, paralizada la economía y con un gabinete que no tiene conducción y unidad de dirección, es mejor que Zelaya deje atrás la corrección y estando la nave del Estado sin un capitán al mando haya asumido la dirección del Gobierno.

Muchos no estarán de acuerdo conmigo.

Porque en vez que Salvador Nasralla sustituya a Xiomara Castro, cuyas debilidades para el mando se van convirtiendo en notorias, es mucho mejor que Zelaya se convierta en la práctica en el gobernante de facto, por supuesto guardando ciertas sutiles formas: cada cosa que haga, o diga, sostenga que lo ejecuta por “obediente instrucción de Xiomara Castro”.