11/07/2025
02:39 PM

Maestro y discípulo se enfrentan al río

Un discípulo tenía tanta fe en los poderes del gurú Sanjai, que lo llamó en cierta ocasión a la orilla del río.

Maestro, todo lo que he aprendido con usted ha cambiado mi vida. Conseguí reconstruir mi matrimonio, sanear los negocios de mi familia, y practicar la caridad con todo el vecindario. Todo lo que pedí en su nombre, con fe, lo conseguí.

Sanjai miró a su discípulo, y su corazón se llenó de orgullo.

El discípulo se acercó a la orilla del río:

Mi fe en sus enseñanzas y en su divinidad es tan grande, que me basta con pronunciar su nombre para poder caminar sobre las aguas.

Antes de que el maestro pudiera decir nada, el discípulo entró en el río, gritando:

-¡Loado sea Sanjai! ¡Loado sea Sanjai!

Dio el primer paso.

Y otro.

Y un tercero. Su cuerpo comenzó a levitar, y el muchacho consiguió llegar al otro lado sin siquiera mojarse los pies.

Sanjai miró sorprendido a su discípulo, que agitaba una mano desde el otro lado, con una sonrisa en los labios.

“¿Quiere esto decir que soy mucho más iluminado de lo que pensaba? ¡Podré tener el monasterio más famoso de la región! ¡Podré igualarme a los grandes santos y gurús!”

Decidido a repetir el hecho, Sanjai se acercó a la orilla, y se puso a gritar, mientras se adentraba en el río caminando:

-¡Loado sea Sanjai! ¡Loado sea Sanjai!

Dio el primer paso, el segundo, y al tercero ya estaba siendo arrastrado por la corriente. Como no sabía nadar, fue necesario que el discípulo se tirase al agua y lo salvase de una muerte segura.

Cuando los dos llegaron a la orilla, exhaustos, Sanjai se quedó en silencio durante largo tiempo. Finalmente, comentó:

Espero que sepas entender con sabiduría lo que ha ocurrido hoy. Todo lo que yo te enseñé fueron las sagradas escrituras, y la manera correcta de comportarse. Sin embargo, eso no bastaría, si tú no añadieses lo que estaba faltando: la fe en que estas enseñanzas podrían mejorar tu vida.

Yo te enseñé porque mis maestros me enseñaron. Pero, mientras yo pensaba y estudiaba, tú practicabas lo que habías aprendido. Gracias por hacerme entender que, muchas veces, el hombre no cree en lo que desea que otros crean.

Reflexión

Mauro Salles es uno de los mejores poetas contemporáneos. Su nuevo libro, RECOMIENZO (Ed. Objetiva) es al mismo tiempo un oasis para el alma y un campo de batalla para el espíritu. A continuación, un ejemplo:

El silencio no lleva a Dios; la noche no me transporta hacia lo alto y el ocaso es un convite a la soledad.

En la angustia de los momentos perdidos; la desesperación de los minutos sin destino y la implacable certeza de la muerte, todo lleva a la nostalgia de ti, tu amarga presencia en la distancia en que procuro olvidarte inútilmente.

Ganas

Se trata de una palabra sospechosa que deberíamos poner bajo vigilancia durante un tiempo. ¿Qué cosas no hacemos porque realmente no tenemos ganas, y cuáles nos negamos a hacer porque son arriesgadas?

Un buen ejemplo de algo arriesgado que confundimos con “falta de ganas” es hablar con desconocidos. Sea una galantería, un simple contacto, o un desahogo, raramente nos dirigimos a un extraño. Y siempre nos parece que “era lo mejor que podía hacerse”.

Acabamos no ayudando, y no siendo ayudados por la Vida. Nuestra distancia nos hace parecer muy importantes, muy seguros de nosotros mismos, pero, en realidad, estamos pasando lejos de los milagros que los ángeles pusieron en nuestro camino.