“Un líder te invita a experimentar el éxito, ama auténticamente, nutre los espíritus con la paz y obsequia a las almas la herencia del bienestar. Un líder se transforma primero así mismo, vierte acción a los sueños del grupo, porque es el primero en dar la cara y el último en retirarse”: Carlos de la Rosa Vidal.
Son pilares de un liderazgo corporativo. Tener fundamentado lo que es confianza y lealtad, esto es la base de un liderazgo que hace trascender la vida de las personas. La visión es la guía estratégica para caminar en el propósito; la comunicación debe ser eficaz y siempre elegir palabras que denoten productividad y empatía.
El liderazgo puro es simplemente el valor que cada persona se atribuye así mismo; eso nos da la pauta a la hora de la verdad para tomar nuestras propias decisiones, donde la autoconciencia se da de la mano con el conocimiento pleno de la realidad. Lo cierto es que la integridad de una persona genera confianza, lo cual constituye que sea la base de las relaciones humanas sanas.
La integridad es la capacidad de una persona de mantener las promesas y satisfacer las expectativas; pero esto requiere del carácter integrado de valores, objetivos y acciones. A cada individuo, Dios le ha dado un plan específico, Él nos da propósito, pero no nos dice cómo vamos a llegar allá.
“La mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos”, Proverbios 16:9. Él nos guía día a día a dar pasos, no saltos o atajos que el hombre decida tomar, el deseo de Dios es formar gente con carácter y con cicatrices de batalla; quiero expresar la palabra que al final revelan el corazón. Las prioridades son la base fundamental de las decisiones que se toman en la vida. “Timoteo mi querido hijo, sé fuerte por medio de la gracia que Dios te da en Cristo Jesús, 2 Timoteo 2:1NTV.