19/04/2024
07:12 AM

La realidad del cuento

Renán Martínez

Los niños de la cuadra en mi nativa comunidad de Villanueva, le decíamos tío Manuel, aunque no tenía vínculos sanguíneos con ninguno de nosotros. Era solamente cuñado de mi tía Chabela, quien vivía en una casa opuesta a la de mis padres. Aquel hombre, alto y alegre cual palmera al viento, aparecía en el barrio sin previo aviso para alegría nuestra, pues traía consigo un caudal de cuentos que derramaba sobre nuestra imaginación en noches en que la luna reinaba sobre las luces del incipiente alumbrado público. Para descender a nosotros, se sentaba en una silla invencible mientras lo escuchábamos, ávidos de sus relatos, en posición de ranas, sobre la alfombra de grama a orillas de la calle apacible. La magia de su palabra me transportaba imaginariamente a lugares insospechados, montado en “El caballo de siete colores” o sobre “La alfombra voladora”. Otros eran cuentos extraídos de las Mil y una Noches de Sherezada. Todavía me pregunto cómo sabía de ellos si era un hombre que procedía de la campiña rústica de aquel tiempo.

Los cuentos, como relatos populares o lecturas de entretenimiento, han ido desapareciendo de nuestra cultura hasta perderse en la maraña de las comunicaciones tecnológicas. Esto ha traído, como consecuencia, un desmedro en el desarrollo de las emociones, la creatividad y la imaginación en las generaciones de nuevo cuño. Los avances tecnológicos son inherentes a los cambios que va experimentando la humanidad en el devenir de los tiempos y por lo tanto debemos incorporarnos a ellos para mantenernos actualizados. Sin embargo, ello no significa que tengamos que rechazar prácticas de antaño que ayudan al crecimiento intelectual de los pequeños. Expertos coinciden en que es más beneficiosa la lectura en papel que en los dispositivos electrónicos porque estos restan imaginación y concentración en los niños. Además, el impreso y la palabra ayudan a los menores a permanecer más tranquilos, sosegados y a mejorar la autorregulación emocional. Una de las ventajas de los cuentos es que, además de ser leídos, pueden ser contados y sazonados con un poco de imaginación por parte de la persona que los relata. Incorporar al niño como protagonista del cuento, es una buena idea porque lo motiva a escuchar y a participar para agregar sus propias experiencias. Me comentaba el alcalde de San Pedro Sula, Roberto Contreras, que su madre, pese a su escasa escolaridad, lo incentivaba para que leyera, y a veces le relataba cuentos en la cama del insomnio. Cierta noche él le preguntó si eso ella lo hacía para que se durmiera y la madre con su natural sabiduría le contestó: Los cuentos no son para que te duermas, sino para que despiertes.