Se han desatado nuevamente las hostilidades entre Israel y Hamás, organización palestina con base en la Franja de Gaza. Los últimos reportes nos hablan de cifras importantes de muertos, heridos y secuestrados en ambos bandos, más la suma de la importante destrucción de las infraestructuras tanto en Israel, fundamentalmente los territorios ocupados, y en la Franja de Gaza. El conflicto entre estos dos pueblos nos es nuevo, realmente tiene origen milenario, pero su agudización surgió luego de la II Guerra Mundial, cuando la ONU decidió crear el Estado de Israel -14 de mayo de 1948- en los territorios ocupados por siglos por parte de los árabes palestinos, en manos, antes de la guerra, por el Imperio turco y por el Imperio Británico. La posesión, por parte de los judíos, de los territorios asignados por la ONU para el establecimiento del Estado de Israel ocasionó 700,000 refugiados palestinos que fueron desalojados de sus viviendas y propiedades. No hubo la convivencia pacífica a que aspiraba la ONU.
La fundación del Estado de Israel tuvo sus apoyos, pero también muchos Estados, sobre todo los vecinos y los demás Estados poblados por árabes, se opusieron tenazmente, oposición que generó varias guerras, conflictos que debieron terminarse cuando la ONU, a través del Consejo de Seguridad, aprobó varias resoluciones señalando los límites de las tierras asignadas a judíos y palestinos, resoluciones que el Estado de Israel se ha negado a cumplir. En ellas se ordena volver a las fronteras iniciales y que Israel desocupe los territorios ocupados en Cisjordania, en el Líbano y en los Altos de Golán.
Los resultados son desastrosos, principalmente para los palestinos que se han organizado militarmente para enfrentarse a las acciones expansionistas de Israel, a las provocaciones con los intentos de ocupar la mezquita de Alaksa en Jerusalén, considerada por los árabes musulmanes como uno de sus sitios sagrados, y a las demoliciones de varios pueblos palestinos para construir asentamientos judíos, situaciones que han provocado enfrentamientos sangrientos. Varios fueron los intentos por buscar un entendimiento entre los dos pueblos enfrentados sin que la intransigencia, por ambos bandos, haya hecho posible la firma de un definitivo acuerdo de paz y la creación de un Estado Palestino en las tierras que la ONU también le asignó al mismo tiempo en que creo el Estado de Israel.
El mundo tiene muchos asuntos pendientes en los que las diferencias se están resolviendo mediante la guerra o los enfrentamientos: ahí tenemos el conflicto entre Ucrania y Rusia (mejor dicho entre EE UU y Rusia), el conflicto entre Serbia con su provincia de Kosovo, el conflicto de Polonia con los Estados que le arrebataron tierras después de la II Guerra Mundial, los enfrentamientos entre Pakistán y La India por el territorio de Kachemira, el conflicto entre Venezuela y Guyana por el territorio del Esequivo, el enfrentamiento entre Argentina y Gran Bretaña por Las Malvinas, para mencionar unos pocos, porque siguen constituidos como focos de tensión que tarde o temprano, de no resolverse mediante las negociaciones, pueden también desencadenar enfrentamientos armados con las lamentables pérdidas de vidas, principalmente.
En el Cercano Oriente se han producido acontecimientos políticos, diplomáticos y militares que han configurado una nueva realidad en la que está también inmerso el problema entre judíos y palestinos. Uno de esos factores es el surgimiento como potencia militar y económica de Irán que se ha identificado como enemigo jurado de Israel; otros: el fortalecimiento de la Resistencia Libanesa aglutinada en el movimiento Hezbolá que ahora representa, por su poderío militar, una amenaza importante para la seguridad de Israel; el fortalecimiento de Hamás, con su sección militar, que ha desencadenado los enfrentamientos recientes. Las hostilidades judío-palestino, que en los últimos días ha mostrado una grave situación y que pone en peligro la paz mundial, deben ser resueltas con la firmeza que el caso amerita por la ONU, mediante la aplicación obligatoria de las resoluciones del Consejo de Seguridad que ordenan la creación de dos Estados independientes y soberanos: Israel y Palestina. El fracaso de la ONU será una demostración de que ha perdido el objetivo, por el cual fue creado: establecer la paz mundial.
Que el mundo clame al unísono por la paz y el fin de todas las guerras mediante la multipolariadad política y el irrestricto respeto a los derechos soberanos de todas las naciones grandes y pequeñas.
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