En la vieja Inglaterra hubo un hombre que siempre decía a su fiel sirviente que lo había incluido en su testamento. Y este le sirvió bien por largos años, pensando que algún día recibiría una herencia. Cuando murió el patrón y el testamento fue leído, el pobre sirviente descubrió, entre sorprendido y contrariado, que lo que su señor le había dejado era: “el honor de, al morir, ser enterrado en el cementerio de la familia”. Esto era todo. Creo que el desilusionado hombre hubiera preferido unas cuantas libras esterlinas en vida a todos los honores del mundo después de muerto. “Vale más una flor para el que vive, que una corona entera para el que ya falleció”.
Pero vea este otro desenlace. Cuenta una vieja leyenda persa que el poeta Sadí, que hasta su juventud era esclavo, en cierta ocasión dio a su amo una hermosa rosa acompañada de un sencillo poema: “Haz bien a tu siervo mientras puedas hacerlo, pues el tiempo para poder realizarlo es tan transitorio como la belleza de esta flor”. Y cuenta la historia que la hermosa verdad contenida en ese breve verso tocó de tal manera el corazón del amo, que este de inmediato lo liberó de la esclavitud. Más tarde Sadí llegó a ser un clásico de las letras persas. Piense por un momento. ¿Puede usted regresar las agujas del reloj y hacer retornar el pasado? ¿Puede ir quizá atrás en el tiempo y corregir el mal que haya hecho o hacer el bien que no hizo? No, para bien o para mal, los ayeres se han perdido para siempre. Pero usted si tiene el día de hoy. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué Dios le permite vivirlo? ¿Será una oportunidad más de hacer algo más feliz y útil de su vida, facilitando a su vez que quienes lo rodean sean también más felices? La verdad es que todos vivimos diariamente una oportunidad y un reto: la oportunidad de ser útiles y valiosos, y el reto de lograrlo. Y si lo piensa usted bien, encontrará que no vale la pena en absoluto rehuir este reto y tirar por la borda esta oportunidad.
Benjamín Disraeli, el primer ministro inglés, sentenció en su época: “La vida es demasiado corta, para hacerla pequeña”.
LO NEGATIVO: Llenarnos de pensamientos necios que produzcan la infelicidad de los demás.
LO POSITIVO: Si decidimos hacer el bien a alguien, hacerlo ya, ¡hoy mismo!
Pero vea este otro desenlace. Cuenta una vieja leyenda persa que el poeta Sadí, que hasta su juventud era esclavo, en cierta ocasión dio a su amo una hermosa rosa acompañada de un sencillo poema: “Haz bien a tu siervo mientras puedas hacerlo, pues el tiempo para poder realizarlo es tan transitorio como la belleza de esta flor”. Y cuenta la historia que la hermosa verdad contenida en ese breve verso tocó de tal manera el corazón del amo, que este de inmediato lo liberó de la esclavitud. Más tarde Sadí llegó a ser un clásico de las letras persas. Piense por un momento. ¿Puede usted regresar las agujas del reloj y hacer retornar el pasado? ¿Puede ir quizá atrás en el tiempo y corregir el mal que haya hecho o hacer el bien que no hizo? No, para bien o para mal, los ayeres se han perdido para siempre. Pero usted si tiene el día de hoy. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué Dios le permite vivirlo? ¿Será una oportunidad más de hacer algo más feliz y útil de su vida, facilitando a su vez que quienes lo rodean sean también más felices? La verdad es que todos vivimos diariamente una oportunidad y un reto: la oportunidad de ser útiles y valiosos, y el reto de lograrlo. Y si lo piensa usted bien, encontrará que no vale la pena en absoluto rehuir este reto y tirar por la borda esta oportunidad.
Benjamín Disraeli, el primer ministro inglés, sentenció en su época: “La vida es demasiado corta, para hacerla pequeña”.
LO NEGATIVO: Llenarnos de pensamientos necios que produzcan la infelicidad de los demás.
LO POSITIVO: Si decidimos hacer el bien a alguien, hacerlo ya, ¡hoy mismo!