15/12/2025
05:14 AM

El primer año de gobierno

Termina el primer año del gobierno nacionalista de Juan Orlando Hernández con una situación económica, política y social que no se diferencia de años anteriores. En términos generales seguimos el mismo rumbo de un crecimiento económico que solo ajusta para pocos.

El país sigue el mismo camino del ajuste recesivo, ya que a los gobernantes les han hecho creer que toda reforma económica es dolorosa y debe ser pagada por los supuestos excesos de la ciudadanía. Evidentemente que aquí hay otro problema: no se quiere ni se pueden atacar frontalmente la corrupción ni la ineficiencia, fenómenos de donde se pueden liberar los recursos que hacen falta.

Por otro lado, ante la incapacidad para ofrecer una solución rápida y duradera a la pobreza, el Gobierno reparte dinero a los necesitados esperando aliviar algunas deficiencias y contar además con una lista importante de futuros votantes.

En este contexto, eso de buen presidente es una aseveración muy subjetiva en especial en nuestro medio proclive a desbordamientos de emociones comprometidas. Si se le pregunta a los del partido gobernante y a los sectores comprometidos, lógicamente que para las supuestas virtudes, prácticamente no ajusta ni el tiempo ni el espacio en los medios de comunicación.

En esa sintonía están muchos sectores económicos y políticos del país que durante el 2014 pudieron compensar los desaciertos, las incapacidades y las deficiencias de la gestión gubernamental con sus halagos.

Naturalmente que estos no reflejan la voz de la ciudadanía, pero indudablemente que pesan mucho en la formación de la opinión pública.

Es evidente que existe una campaña muy bien organizada y financiada parecida a la de años anteriores. Previo a las elecciones generales de 2013, se generó una funesta actitud entre muchos que opinaban. En aquel entonces muchos interesadamente no se preguntaban quién era el mejor ni quién tenía las mejores credenciales.

Como ocurre en todo proceso electoral esas eran las preguntas básicas en un país de caras a un proceso electoral.

Pero, al parecer no se deseaba un espacio para la reflexión y cínicamente se machacaba que el Partido Nacional iba a ganar pasara lo que pasara.

Hoy con esa misma actitud se pretende someter a la opinión pública deliberante y cansada de tantos fracasos de los gobernantes. Con el mismo cinismo se afirma ahora que la reelección nadie la detiene, pese a todos los obstáculos constitucionales y a lo irrelevante que eso es para el desarrollo del país.

El mismo mecanismo: amedrentar a la ciudadanía, indicando que en el país todo se rige por las artimañas de los que detentan el poder y no por las leyes ni la voluntad popular.

Para hablar de un cambio real se necesitan más años y necesitaríamos haber entrado ya en un período de fuerte crecimiento, acompañado de un notorio mejoramiento en las condiciones sociales y políticas del país.

Lamentablemente, aunado a las incapacidades del equipo de gobierno, se suma la agenda política del momento que amenaza con sentar precedentes fatales y con seguir debilitando nuestras maltratadas instituciones.