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Don Jorge, 103 años

  • 21 septiembre 2022 /

Si esta fuera una nota social, no le diríamos al público, con la precisión debida, quién es Jorge Bueso Arias, qué ha sido su vida y cuáles sus principales contribuciones al desarrollo del país y al bienestar de su pueblo.

Nos quedaríamos solo con el título banquero que, si bien parece representar la vida del ilustre ciudadano que ocupa nuestra atención este día, no es suficiente. Además, en los últimos días, tan importante actividad ha sido atacada, con generalizaciones abusivas por algunos funcionarios.

De allí que habría que decir que se trata de un banquero honorable, interesado en el uso del dinero para multiplicar los panes y repartirlos, de forma que el país y la sociedad que contiene, reciban los mayores beneficios. Si dijéramos, político, también caminaríamos en zona fangosa, porque Bueso Arias es uno de los buenos, de los mejores que hemos tenido. Y que, desafortunadamente, cuando se presentó a la liza electoral en la búsqueda de la Presidencia de la República, en forma ajustada, la mayoría prefirió a otro que, sin méritos buscaba el poder y que convenía a los caudillos de turno para despojarlo poco tiempo después del mando. Por ello es esta nota. Que Bueso Arias no necesita. Tanto por carácter como por edad, es un hombre sobrio, tranquilo y sereno, que no vive de los halagos, ni le atrae la bombonera de las festividades mediáticas. Pero sí es necesario hablar de él, para que las nuevas generaciones y las que ya días andan por allí dando vueltas, comprendan que no es cierto que el país no ha tenido – o tiene, mejor dicho — entre su población, ciudadanos honorables, capaces y comprometidos, a los cuales les podemos confiar la administración de los asuntos públicos.

Bueso Arias es una bella especie de hombre bueno que, igual que otros muchos, la sociedad por razones de mal de ojo y de infantilidad al escoger, no han valorado y no les han dado el lugar que se merecen.

Porque en Bueso Arias hay que decirlo: se juntan el conocimiento oportuno, la comprensión de los problemas de manera precisa y la voluntad de hacer lo mejor por Honduras. El problema somos los hondureños que en el pasado, en el tiempo de Bueso Arias, en el presente y en el futuro, le confiamos los destinos nacionales a quienes tienen menos virtudes y experiencias. Porque en Bueso Arias – y en muchos que andan por allí tras sus huellas generosas— hay además del conocimiento, la comprensión y la voluntad de hacer lo mejor, una disposición patriótica para la entrega al bien común, sin la búsqueda mezquina de objetivos particulares o la malsana voluntad de aprovechar lo público para el enriquecimiento ilegal e indebido.

Pero, además, Bueso Arias ha confirmado con su vida generosa que esas virtudes requieren el compromiso periódico y la voluntad de poner a Honduras por encima de cualquiera consideración.

Ante la longeva entrega de Bueso Arias al bien común, estamos en la obligación de reconocer que el país tiene el nido caliente donde engendrar figuras como la suya.

Que hay discípulos suyos a los que hay que darle la oportunidad de servirnos y que, pensando en su figura generosa, es necesario que todos, desde una nueva ética del trabajo y la vida, escojamos solo a los mejores para entregarles la confianza del destino colectivo. Porque si cometimos el error de desaprovechar a Bueso Arias como el mejor gobernante que jamás tendremos, debemos rectificar y, abandonando ideologías y banderías políticas, entender de una vez para siempre, que el país solo puede marchar si confía sus destinos en los mejores, como Bueso Arias.

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