“Educar a un hombre en la mente y no en la moralidad es educar a una amenaza para la sociedad”: Theodore Roosevelt. Vivimos momentos donde las personas valoran más sus privilegios que sus principios y esto causa la pérdida de la conciencia y trae confusión; muchas personas se olvidan de lo que realmente creyeron y cuáles fueron sus raíces. En lugar de establecer sus valores actúan por emociones o sentimientos y opiniones; pero nunca fundamentan sus convicciones. Existe una progresión en el desarrollo del carácter de cada persona, las creencias conducen a las convicciones, estas producen sus valores, estos valores le llevan a la moralidad o principios, el resultado de los principios es la conducta personal, las conductas reflejan la ética, la ética le revela el carácter y este determina su estilo de vida.
Todas las influencias recibidas desde la niñez en la familia, amistades, ambientes físicos y sociales, educación, formación espiritual, trabajo esto refleja las creencias que se han recibido como una verdad.
Quieres conocer el verdadero carácter de un hombre, denle poder, dinero y posición.
Esto revela lo que hay en su vida interior. “Porque cual es su pensamiento en su corazón tal es él” Proverbios 23:7 RVR60.
La palabra corazón denota la importancia, es lo que los psicólogos llaman “mente subconsciente”.
Todo lo que usted cree está almacenado similar al disco duro de una computadora.
El imperio romano existió durante casi 800 años desde 250 a.C. hasta el 476 d.C.
Los romanos admiraban a los griegos y sus pensamientos fueron influenciados por la filosofía griega, ellos creían en razas superiores, como las teorías de rasgo de nacimiento, escogido por los dioses, personalidad carismática, factores externos.
Debido a estas falsas creencias de liderazgo, se ha perdido la esencia que vive por convicciones y no emociones, la realidad es que un ladrón es ladrón aun antes de robar, vivir por normas y no por interés.