La elección de los 15 magistrados para la nueva Corte Suprema de Justicia en Honduras se ha convertido en una descarada avaricia de los principales partidos políticos.
Los 128 diputados del Congreso Nacional pareciera que todos hablaran distintos idiomas, pues han convertido el hemiciclo legislativo en una “torre de Babel”, donde después de tantas sesiones y cualquier cantidad de propuestas no han llegado a un acuerdo para definir a las personas adecuadas para ocupar esa digna y delicada función de magistradas y magistrados, que todavía sigue en disputa por intereses particulares y políticos.
El Partido Libertad y Refundación (Libre) tiene la “sartén por el mango” por estar en el poder, pero necesita más aliados para llegar a los 86 votos y poder determinar la elección de ese retardado nombramiento de ese tercer poder del Estado.
El Partido Nacional es el más preocupado, pues ellos estuvieron mangoneando a sus antojos esa dependencia, empezando por su presidente Rolando Argueta, que fue nombrado directamente por el expresidente Juan Orlando Hernández.
Este embrollo político tiene como principal estira y encoge la avaricia del número de esos miembros que conformarán el máximo órgano de justicia, militantes de esos partidos, Libre, Partido Nacional, Partido Liberal y el Partido Salvador de Honduras. Los de mayor cuota de poder en el Congreso Nacional ambicionan esos puestos.
Este enredo de empujones y donde los actuales funcionarios de la Corte hoy sábado 11 de febrero terminan su periodo de siete años. La diosa Temis está alegre por los que se van, pero está preocupada por los que llegarán.
El pueblo quisiera que todas esas 15 plazas no pertenecieran a ningún miembro de los partidos en disputa y que fueran ilustres, honestos y profesionales independientes elegidos por un plebiscito en un país llamado Honduras.
