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Castellanos y Melo, generosos consejeros

  • 17 mayo 2023 /

Gobernar democráticamente no es, necesariamente, un acto solitario. Por el contrario; se impone el diálogo, la discusión y el inevitable acuerdo. Incluso, las guerras siempre terminan con un acuerdo. De rendición o un armisticio. Estas elementalidades no son compartidas por Xiomara Castro, que cree que dialogar es debilidad, escuchar las opiniones críticas es una pérdida de tiempo y que negociar con los opositores es señal de estupidez, confirmando que el machismo puede ser femenino e, incluso, subordinado a las exigencias del “patrón”.

Estas palabras vienen a cuento leyendo las reflexiones de Julieta Castellanos y analizando la investigación del ERIC, que dirige el padre Melo. En estos asuntos hay que diferenciar el mensajero de los mensajes. Lo último es lo importante, porque la cuestión es si expresa una verdad o entraña una mentira. Valorar las buenas o malas intenciones del mensajero es una pérdida de tiempo. En mis días iniciales de formación familiar, escuché algo que afirmaba que “los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad”. Es decir que lo que vale es el contenido y no tanto el continente. El líquido. Y no el vaso.

Hemos analizado las reflexiones de Julieta Castellanos y no encontramos, sino afirmaciones que hay que aceptar o discutir. Lo primero porque las verdades son inobjetables. Y las segundas, comprobables. De allí que es una pérdida de tiempo atacar a la exrectora en forma impropia e, incluso, salvaje, porque se atreve a dar sus opiniones, cuyo derecho es obligatorio permitirle. Un gobernante inteligente lo que debería hacer es llamarla y dialogar. Escuchando sus argumentos y tomando nota de cada una de sus recomendaciones. De esa forma se le quita hierro al asunto y se vuelve el acto de dirigir al país, uno de carácter auditivo, democrático y participativo. No paso por alto que puedo estar equivocado: Y que Castro, en el papel que le ha dado su marido –real gobernante como demuestra Julieta Castellanos– no gobierna, sino que su esposo es quien lo hace. Irregularmente, porque no fue elegido.

El padre Melo es un jesuita. Un cura de “izquierda” como lo han calificado algunos. Cercano a las posturas de Libre y valiente opositor de JOH y los gobiernos nacionalistas. Es, en lenguaje de Lepaguare, “un hombre de casa”. Que ha salido a la calle y tomando la temperatura, trae información de la dirección del viento, las posibilidades de lluvia y los miedos del público frente a la aguas ansiadas y necesarias. Pero que pueden ser excesivas. Por lo que nos parece extraño que se le ataque, excepto que uno acepte que aquí estamos en un régimen de partido único, donde se ha eliminado la libertad. Y que la búsqueda de la verdad solo compete a los gobernantes, exclusivamente.

Como esto es inaceptable, nos parece una estupidez rechazar los datos de la encuesta del padre Melo y sus compañeros. Más bien lo que hay que hacer es agacharse buscándole las costuras sueltas y las contradicciones a las cifras que presenta. Y una vez identificadas las verdades inevitables, proceder a darles respuesta inmediata. Porque en la concepción democrática, gobernar es convencer al electorado que el gobierno, en efecto, ha sido creado para atender, en forma lógica, ordenadas y económica, a todas las necesidades de la multitud, como la llamaba Espinoza; y del pueblo, como conocemos modernamente.

Este análisis puede ser equivocado. Parte del supuesto que Xiomara Castro es demócrata; que Libre es un partido político interesado en el bienestar de los hondureños y que sus funcionarios son obedientes servidores que trabajan para buscar la simpatía popular. La falla radica en que nada de esto fuera cierto.

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