Según Joan Corominas en su “breve diccionario etimológico” Imbécil quiere decir “alelado, de flaca inteligencia”. La palabra se conoce en el castellano desde 1524 y fue arrastrada del latín “imbecillis” que quiere decir “débil en grado sumo”… desde luego fueron los franceses a partir del siglo XVII los que asociaron la imbecilidad “a la debilidad en grado sumo” pero de la cabeza. Y esa es la acepción que ha prevalecido hasta hoy.
Imbéciles hay de todos los sabores, colores, nacionalidades, denominaciones religiosas y partidos políticos. Inclusive existen estupendas organizaciones de imbéciles dispersas por todo el mundo. Durante siglos el imbécil contó con la tolerancia e inclusive con la misericordia de los eruditos, tan lejos llegó la gentileza hacia los imbéciles que existen asombrosos estudios científicos que demuestran que se trata de una debilidad involuntaria. La frenología por ejemplo, fue una seudo ciencia que se puso en boga en el siglo XIX y que planteaba que la inteligencia no provenía de la academia ni de la cultura, sino, de la forma de la cabeza. Según los frenólogos una persona que tuviera cabeza de calabaza tendría ideas parecidas al puré de calabaza. Si un sujeto tenía una cabeza en forma de campana entonces este mismo sujeto tendría una cabeza hueca y bulliciosa, si alguien por el contrario tenía una cabeza en forma de balón de fútbol americano entonces mostraría una inteligencia chata, ovalada y engañosa. Desde luego que estas teorías fueron superadas por sociólogos más atrevidos que comenzaron a asociar la inteligencia a factores genéticos, climáticos, alimenticios y hasta raciales. Solo el paso del tiempo nos demostró que hay imbéciles que están bien alimentados y que el color de la piel no determina en lo absoluto la alta o baja capacidad intelectual. Lo que está bien claro es un uno puede evadir a la mayor cantidad de imbéciles viviendo en países de baja densidad poblacional. A la gente que tiene poca tolerancia hacia la imbecilidad yo le recomiendo que no viva en México, China, la India y Brasil. Yo les sugiero que vivan en lugares como Panamá o Uruguay… la tasa de imbéciles de un país es directamente proporcional con la densidad poblacional. Debido a que Eva desobedeció, los humanos llevamos tres penitencias a cuestas: las mujeres paren con dolor, los hombres sudamos y luchamos contra las espinas y los cardos de los sembradíos y los pueblos deben soportar, cada uno por separado, su propia tasa de imbéciles. Durante mucho tiempo los imbéciles fueron simples conejillos de indias con los cuales hacíamos experimentos cognitivos en las escuelas de pedagogía, se les estudiaba, se les ayudaba, se les valoraba y se les dignificaba: jamás se les faltó el respeto. Pero desde 1950 hasta la fecha los imbéciles se rebelaron y se cansaron de estar bajo la línea de partida… hoy gobiernan y dirigen el mundo. Hoy están a cargo de escribir leyes, establecer normas, dirigir el estado y guiar la economía… no les ha ido nada mal a esta bola de cabezudos indomables.
