02/04/2025
04:53 PM

Aprendizaje para la vida

Elisa M. Pineda

Un buen amigo de mi familia solía decir que “no hay plazo que no se cumpla, todas las fechas llegan... y pasan”. Yo escuchaba aquello que, para mi versión de varias décadas atrás, no tenía mayor sentido.

Con los años y las experiencias vividas fui comprendiendo lo que encerraban esas palabras añejas y han adquirido para mí un significado que ahora quiero compartir.

El tiempo sigue inexorablemente y la vida es breve. En ocasiones nos afanamos en exceso en situaciones superficiales y dejamos pasar lo más valioso, lo que en verdad merece atención.

Me explico mejor: nos llenamos de tareas, como en esta época en los preparativos de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, olvidando que lo más valioso es compartir ese tiempo con las personas; es decir, disfrutar a quienes tenemos en la vida.

Nos volvemos un poco más conscientes de la importancia de prestar atención a cada momento que no vuelve, cuando vemos lo rápido que crecen los niños y lo pronto que envejecen los padres, pero poco lo vemos en nuestra propia existencia.

Las fotografías nos dan imágenes cortas de tiempos pasados, en un intento por atrapar lo que inevitablemente fluye. A lo largo de este año he aprendido tres lecciones valiosas relacionadas con la frase mencionada.

La primera: ¡elige tus propias batallas! Hay que evitar el desgaste de vida en enfrascarnos en lo que no nos corresponde o no está en nuestras manos resolver. En un mundo en constante conflicto visible, por temas relevantes y otros profundamente irrelevantes, ¿vale la pena enfrascarnos en batallas que no nos llevan a ninguna parte?

Enfocarse en la propia existencia, en lo que podemos aprender para mejorar y disfrutar ese proceso es indispensable para evolucionar hacia nuestra mejor versión.

La segunda: aprende a soltar. Muchas veces nos aferramos a situaciones, sentimientos, personas ¡y errores! que han sido parte de la vida, pero que por alguna razón ya no lo son. Dejar ir a quienes ya no son parte de nuestra vida actual, especialmente si es por decisión propia, es indispensable para crecer.

No insistas en buscar amor, aprecio o cariño donde no existen. No te enfrasques en cambiar a los demás, deja que esos familiares y amigos encuentren su propio camino. Aferrarnos a aquello que nos daña es un camino equivocado.

La tercera: el tiempo parece eterno, pero nuestra porción de él es muy pequeña, así que aprende a disfrutar de la quietud, del estrés, de la alegría y de la tristeza, que también pasan, porque cada una es parte de la vida.

Recuerda siempre cultivar la vida espiritual, que nos conecta con Dios y nos trae paz. Especialmente en este tiempo de Navidad, que es propicio para acercarnos más a la fuente permanente de amor y sabiduría, no dejes pasar la oportunidad... recuerda que el tiempo no te pertenece. ¡Vivamos de forma consciente!