La historia se le atribuye a Milo Caballero. En verdad, no estoy seguro. Pero, es bonita y oportuna. Por ello, la repito: el alcalde municipal, se colocaba en la oficina del secretario; y en el momento en que los padres llegaban a inscribir el nacimiento de sus hijos, el edil intervenía para explicar a los pobres que tenían que llevar nombres de pobres; y que solo los ricos, debían llevar nombres distinguidos.
Claro, el gobernante local, quería mantener sometida a la población pobre, necesaria solo para ganar elecciones; o para las guerras civiles.
Y, con ello conservar las prerrogativas de los grupos sociales dueños de poder político, económico o racial. Los pobres, aceptaban que sus hijos solo llevaran nombres de pobres, sacados del santoral católico, para seguir chapaleando por generaciones, en los tremedales de la miseria y el desamparo.
Muchos años después, un joven economista de Nueva York, descubrió que, en efecto, allá en el capital del capitalismo estadounidense, había nombres de pobres y fracasados; y nombres para triunfar y tener éxito en la vida. Alla, los pobres irremediables al poner los nombres de los hijos los condenaban a la pobreza; y, la exclusión.
Aquí, posiblemente, --mera coincidencia--; o para darle continuidad a la praxis del alcalde de la ciudad de mis mayores, funcionarios del RNP, tienen autorización – ignoramos en que ley se basan – pueden impedir que padres den a sus hijos “nombres extraños”, -- dicen-- sin explicar las características de cada una de las exigencias indicadas. Si fuera para evitar un nombre que avergüence, muy bien.
Pero si se quieren evitar nombres prestigiosos como Stalin, Hitler, Yelsin, Lenin, Johnson, Kennedy. etc, es un ejercicio arbitrario, similar al del alcalde de Olanchito.
Pero como no se puede engañar al pueblo, a todo el pueblo, todo el tiempo; el mismo RNP, ha publicado un listado de los apellidos más comunes en Honduras: Hernández, López, Martínez, Rodríguez, García y otros.
Teniendo en común que, entre más pobres, el apellido es más generalizado.
Animado por las reflexiones del economista neoyorquino, he cruzado los apellidos de los gobernantes con los apellidos más comunes. Herrera, Márquez, Vigíl, Morazán, Ferrera, Rivera, Lindo, Guardiola, Medina, Castellanos, Arias, Soto, Bográn, Leiva, Vásquez, Bertrand, Carías, Andino, Baraona, Bonilla, Dávila, Mejía Colíndres, Gálvez, Barnes, Lozano, Bueso, Zúñiga, Huete, Agustinus, Villeda Morales, López, Melgar, Caraccioli, Rodríguez, Paz, García, Suazo, Córdova, Azcona, Callejas, Reina, Flores, Maduro, Zelaya, Micheleti, Lobo, Hernández, Castro. Agregamos: Rivera, Kattán y Brevé, autoridades del RNP. Hombres del poder.
Al compararlos, encontramos que los apellidos más populares, tienen menos gobernantes; lo que, es en principio una anomalía matemática en el sistema democrático en que el pueblo elige a los suyos para que gobiernen. Excepto en algunos y contados casos. Y como resultado de excepciones muy singulares.
Solo un Hernández ha gobernado Honduras. López Arellano y López Gutiérrez, lo hicieron por sus carreras militares, impuestos por la fuerza; o la violencia. Policarpo Paz y Melgar Castro, fueron designados por los militares. Los gobernantes que más han repetido, son los que llevan el apellido Zelaya. Por nacimiento; o, por matrimonio.
El actual gobernante lleva el apellido Castro. En segundo lugar, los Bonilla: Policarpo y Manuel, originalmente compañeros de revuelta y banderías. En tercer lugar, los Rodríguez que llegaron al poder integrando Juntas Militares de Gobierno.
Y finalmente, el caso de los Lozano que fueron parientes de los Herrera, Morazán – por afinidad— y, con los Callejas.
En fin, en Honduras, no solo hay nombres exitosos, también hay apellidos de poder. Que tienen abiertas las puertas del presupuesto, mientras que, a los otros, solo les anuncian la pobreza y la miseria.