22/04/2024
12:46 AM

Dios es misericordia

Era inevitable que, más pronto o más tarde, saltara la polémica de si la pandemia que padecemos es o no un castigo divino. Destacadas personalidades de la Iglesia lo han rechazado categóricamente, no sé si refiriéndose a este problema en concreto o porque consideran imposible que Dios castigue. Otros, en cambio, acuden a las Escrituras para rebatir esa afirmación.

Creo que conviene aclarar algunos términos para no confundirse. En primer lugar, el Dios revelado por Jesucristo es uno y trino. El Dios uno es amor. Es amor como Padre Creador, es amor como Hijo Redentor y es amor como Espíritu Santificador. Al ser uno, todo lo que hace lo hace ese único Dios. El Dios único, decimos para entendernos, crea a través del Padre, redime a través del Hijo y santifica a través del Espíritu. El Dios único es también juez, sin dejar de ser amor, lo mismo que es creador o redentor sin dejar de ser amor. Es un juez justo, no caprichoso, y de ningún modo es vengativo y cruel. Es el Dios de la misericordia infinita, lo cual es muy útil recordar cuando estamos en vísperas de la fiesta de la Divina Misericordia. Pero este Dios de la Misericordia sigue siendo juez, aunque cuando el pecador está arrepentido la misericordia, como dijo Jesús, se ría del juicio. El Dios amor, por lo tanto, no va a tomar venganza, porque la venganza no cabe en Él, pero sí va a aplicar justicia.

Eso supone que puede dar un castigo como advertencia, como lo da un padre a un hijo: para corregirle y ayudarle a que mejore algo que está haciendo mal. Pero también puede dar un castigo que sea definitivo, lo cual ocurre cuando el hijo querido, llegada la hora de la muerte, haciendo uso de su libertad, rechaza la misericordia que le ofrece gratuitamente su Padre. Negar esto es negar la revelación, y no solo el Antiguo Testamento -al cual muchos desprecian-, sino también el Nuevo. Por ejemplo, es olvidar la gran cantidad de ocasiones en las que Jesús habla del infierno, como aquella vez en la que, describiendo lo que ocurrirá cuando se produzca su venida gloriosa para juzgar al mundo, dijo que pondrá a unos a su izquierda y les dirá: “Id malditos de mi Padre, porque he tenido hambre y no me habéis dado de comer”. Pero quizá el problema sea mucho más profundo y grave que saber si la pandemia es o no un castigo de Dios.