En el incendio ocurrido el 17 de marzo de 1914 desapareció el centro de La Ceiba e hizo surgir las protestas contra la Vaccaro Bross, a la que se suponía responsable de provocar el fuego. Los reproches fueron encabezadas por el general Antonio Monterroso, en aquel entonces gobernador político de Atlántida. Así lo confirma el ceibeño Antonio Canelas Díaz en su libro 'El estrangulamiento económico de La Ceiba. 1903-1965', Editorial ProCultura, 2001.
Aquel general Antonio Monterroso estaba casado con Rosalía Lobos, ambos guatemaltecos, y eran los padres de Vicente Monterroso, nacido también en Guatemala. El general era dueño en La Ceiba de una imprenta en donde publicaba un periódico el hondureño José Sánchez Borjas. Vicente Monterroso, el hijo del general, estando en Honduras, se casó con la hondureña Amelia Bonilla, hija de los también hondureños César Bonilla, abogado, y Trinidad Valdéz.
Del matrimonio de Vicente Monterroso y de Amalia Bonilla nació, en el Barrio Abajo de Tegucigalpa el 21 de diciembre de 1920, el gran escritor Augusto Monterroso, que entre los múltiples reconocimientos recibidos por su labor literaria cuenta con la condecoración El Águila Azteca y del premio Villaurrutia, ambos de México; se le otorgó, además, en el 2000, el premio Príncipe de Asturias de las Letras.
En el libro 'El mensajero', del escritor Fernando Vallejo, editorial Alfaguara, 2003, se asegura que el poeta colombiano Ricardo Arenales, antes Maín Ximenez, y antes Miguel Ángel Osorio, y después Porfirio Barba Jacob, llegó a La Ceiba a las 11 de la mañana de un día de abril de 1916, es decir, casi dos años después del incendio que borró el centro de La Ceiba. Quien recibió a Ricardo Arenales en el puerto fue Miguel Antonio Alvarado, presentándoselo al general Antonio Monterroso, quien terminó prestándole la imprenta para publicar el diario Ideas y Noticias.
El escritor Augusto Monterroso en su libro 'Los buscadores de oro', editorial Alfaguara, 1993, relata su niñez y adolescencia en Tegucigalpa, y sus viajes por el país en compañía de sus padres. Cuenta una anécdota que a su vez contaba a sus amigos en México sobre el poeta Porfirio Barba Jacob en su estadía en La Ceiba: '…hombre de historia más bien negra. (Cuando llegué a México a mediados de los años cuarenta, yo contaba que Barba Jacob me había tenido en sus brazos; pero ante las risas de mis amigos necesitaba aclarar que eso había ocurrido cuando yo era un niño de meses)'.
En 'Los buscadores de oro', Augusto Monterroso narra que en las páginas de 'El mensajero', de Fernando Vallejo, se encontró a su abuelo con el doble carácter de corresponsal del presidente de Guatemala, Manuel Estrada Cabrera, un chisme según el capitalino Monterroso, y con el carácter de protector de periodistas y de poetas. El vacilante párrafo de Fernando Vallejo en 'El mensajero', sobre el nombre del general dice: '…este general Monterroso (Antonio María o Vicente, ya no se sabe)…'; Augusto Monterroso en 'Los buscadores de oro' aclara: '…Antonio confirmó yo; Vicente era mi padre…'.
Augusto Monterroso recibió de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán un Doctorado Honoris Causa. Escribió, varios libros, entre ellos 'La oveja negra y otras fábulas', 'Viaje al centro de la fábula', 'La vaca', 'La letra e', 'Lo demás es silencio', 'Movimiento perpetuo' y 'La palabra mágica'. Hemos recorrido muchos años y muchas líneas de libros para recordarnos, hoy, de hechos ocurridos en La Ceiba, la carnavalesca.