The New York Times
Por: Li Yuan/The New York Times
Un repartidor se enamora de una livestreamer. Ella lo seduce, le vacía sus ahorros y luego desaparece. Con el corazón roto, él se reinventa como un exitoso hombre de negocios que busca vengarse de mujeres como ella.
Esta es la trama de Venganza contra las Cazafortunas, uno de los videojuegos más populares y polémicos de China.
El juego interactivo, que debutó en junio, encabezó temporalmente las listas de éxitos en Steam China, la versión local de la plataforma global de juegos. Su eslogan, “¿Quién mató al amor? Son las cazafortunas quienes mataron al amor”, ha electrizado las redes sociales chinas. Los jugadores, retratados como “cazadores del fraude emocional”, sortean el romance, buscando engaños mientras protegen sus carteras —y sus corazones.
Uno de los comentarios con más “me gusta” en el foro de la comunidad del juego lo llama “una elegía para nuestra generación de varones chinos”.
El juego ha despertado el entusiasmo de jóvenes descontentos y duras críticas de otros. Ha sido denunciado como misógino.
Ansiedad
Los debates en torno a Venganza contra las Cazafortunas revelan un arraigado resentimiento masculino y las ansiedades socioeconómicas más amplias respecto al amor, el matrimonio y la seguridad financiera en China.
Una sensación de estancamiento, junto con los altos costos de la vivienda, el deterioro del mercado laboral y la limitada movilidad social, ha desilusionado a muchos jóvenes chinos. Este malestar económico se ha combinado con la ansiedad en torno a las citas, el matrimonio y la masculinidad, generando una sensación de desesperación emocional.
Entre ansiedad por la economía, el empleo, los altos costos del matrimonio y la desigualdad de género, muchos jóvenes se muestran reacios a casarse y tener hijos. El año pasado, 6.1 millones de parejas se registraron para contraer matrimonio, una caída del 21 por ciento respecto al año anterior y menos de la mitad de la cifra del 2013.
“Los retos económicos son muy reales y naturalmente generan ansiedad”, dijo un productor de videos residente en Beijing, quien me pidió que usara sólo su apellido, Huang, por temor a represalias del Gobierno. Calificó el juego como “un producto barato y oportunista” que “explota con precisión el intenso antagonismo de género que actualmente invade la sociedad china”.
Las quejas suelen centrarse en la dote de la novia, una costumbre china en la que la familia del novio paga dinero o entrega regalos a la familia de la novia antes del matrimonio. Antiguamente considerado una muestra de buena voluntad, ahora con frecuencia es visto como una transacción financiera, y un asunto polémico.
Los jugadores y comentaristas masculinos a veces describen la costumbre como “robo legalizado”.
Las feministas argumentan que el sistema forma parte de desigualdades más profundas de la sociedad. Señalan que las mujeres no son necesariamente las beneficiarias financieras.
“En muchos casos, el dinero no llega a las hijas”, dijo Li Sipan, investigadora en la Universidad de Stanford, en California. “Va a sus padres y a menudo se utiliza como dote de la novia para sus hermanos”, añadió. “En este sentido, no se trata sólo de la explotación intergeneracional de las hijas, sino también de las hermanas”.
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