Por Valerie Hopkins/The New York Times International
Minsk, Bielorrusia — ¿Cuánto estás dispuesto a sacrificar por la persona que amas?
Para el periodista bielorruso Igor Ilyash, la respuesta es al menos cuatro años de libertad.
Su esposa, Katsiaryna Andreyeva, también periodista, fue arrestada en el 2020 mientras con sus colegas transmitía en directo una protesta contra Aleksandr G. Lukashenko, el líder autocrático de Bielorrusia. Aunque se estima que cientos de millas de detractores de Lukashenko huyeron del País ante su violenta represión a la disidencia contra su polémica victoria electoral, Ilyash se quedó. Quería asegurarse de poder visitar a su esposa en prisión, declaró en una entrevista en el 2023.
Tras ser procesada en el 2022 y condenada a ocho años de cárcel, se escribieron cartas ya él le permitieron visitas a la colonia penal donde ella estaba recluida.
En octubre del 2024, la policía antidisturbios bielorrusa lo detuvo. En septiembre, un juez lo condenó a cuatro años en una colonia penitenciaria de régimen estricto, considerada más severa que una colonia penal ordinaria, por sus comentarios políticos. Ilyash fue acusado de “desacreditar a la República de Bielorrusia” y “facilitar repetidamente actividades extremistas”.
Bielorrusia encarcela a cualquiera que critique al Gobierno, incluso mientras la Administración Trump recompensa a Lukashenko con mejores relaciones. Más de mil 200 presos políticos están encarcelados en Bielorrusia, incluyendo al menos 27 periodistas entre los 83 procesados desde el 2020.
Ilyash, de 37 años, hoy se encuentra en un centro de detención preventiva a la espera de una apelación el 14 de noviembre y no puede comunicarse por carta con su esposa, de 31 años. Se comunican a través de los padres y abuelos de Andreyeva.
La pareja se conoció en el 2015, cuando eran periodistas en Radio Liberty, un grupo de medios financiado por la UE que Bielorrusia ya vetó como organización “extremista”. Se casaron en el 2016. El verdadero apellido de Andreyeva es Bakhvalova, pero eligió un seudónimo profesional para honrar a su padre, Andrei, cuando empezó a trabajar en Belsat TV, una cadena con sede en Polonia dirigida a una audiencia bielorrusa.
La investigación que encendió la persecución
La pareja investigó casos de corrupción de alto nivel y escribió un libro sobre bielorrusos involucrados en la insurgencia separatista fomentada por Rusia en el este de Ucrania a partir del 2014. El libro, “Donbás bielorruso”, se publicó en el 2020. Al año siguiente, fue considerado “extremista” y prohibido.
En agosto de 2020, Lukashenko se enfrentó al mayor desafío a su régimen en sus décadas como Presidente. Cientos de millas protestaron contra los resultados electorales, ampliamente considerados fraudulentos. Durante meses, los bielorrusos marcharon por el cambio.
Andreyeva hizo transmisiones en vivo describiendo la magnitud de las multitudes y documentando la creciente represión contra los manifestantes. Arriesgó ser atacada para filmar a las fuerzas de seguridad.
En noviembre del 2020, Andreyeva narró un video que mostraba a las fuerzas de seguridad agrediendo a un manifestante, quien fue golpeado hasta quedar inconsciente y posteriormente falleció. Fue arrestada esa misma noche.
Inicialmente, fue condenada a dos años de prisión. Luego, en el 2022, los investigadores estatales fabricaron cargos de “traición al Estado”, que Amnistía Internacional calificó de “espurios”. Un juicio secreto la llevó a ser sentenciada a ocho años más.
Irina Slavnikova, una ex colega que estuvo encarcelada con ella hasta su liberación en septiembre, dijo que la liberación de Sergei Tikhanovsky, un bloguero cuya esposa se postuló contra Lukashenko en el 2020, le había dado a Andreyeva la esperanza de que ella también pudiera ser liberada antes de que terminara su condena. La Administración Trump ha mediado la liberación de varios presos políticos bielorrusos.
“Esta esperanza nos dio nuevas fuerzas y nos confirma que el proceso está en marcha y que sólo necesitamos esperar un poco”, dijo Slavnikova.
©The New York Times Company 2025
