Por Elian Peltier y Zia ur-Rehman / The New York Times International
Karachi, Pakistán — A medida que Pakistán y Afganistán han intensificado los enfrentamientos militares y cerrado sus fronteras, las autoridades pakistaníes intensifican las expulsiones masivas de afganos, alegando que ya no pueden dar cabida a la comunidad de refugiados.
En lo que va del año, cerca de un millón de los 3 millones de afganos que viven en Pakistán ha sido deportado o se ha visto obligado a regresar a Afganistán, un país donde escasean los empleos y las viviendas costeables en medio de una crisis humanitaria que se agrava. Muchos han vivido toda su vida en Pakistán, que sirvió de refugio durante las sucesivas guerras de Afganistán desde la invasión de la Unión Soviética en 1979.
Ya no lo es.
Una tarde reciente en las afueras de Karachi, la ciudad más grande de Pakistán, cuatro familias con niños, incluido un recién nacido, cargaban un camión con sus pertenencias: camas, gallinas, botes de agua y equipaje.
Saifuddin, que usa un solo nombre, dijo que habían decidido irse antes de que empeorara la represión contra los afganos. Habían escuchado llamados a regresar a Afganistán tanto en la mezquita donde rezaban como desde los altavoces de los autos de policía que patrullaban su barriada. “Incluso después de 45 años aquí, esta no es nuestra tierra”, dijo. “Y no tenemos una sola casa en Afganistán”.
Un gran número de afganos han estado yendo y viniendo durante décadas, especialmente en las zonas fronterizas de ambos países. Las expulsiones no son nuevas, pero sí lo es la naturaleza indiscriminada de la campaña actual. Pakistán ha prometido expulsar a todos los afganos, independientemente de su estatus migratorio o si enfrentan peligro al regresar a Afganistán.
La iniciativa de Pakistán se traslapa con las medidas de los países occidentales para restringir o prohibir la entrada de afganos. La Administración Trump anunció que había cesado el procesamiento de solicitudes de inmigración procedentes de Afganistán y que revisaría el estatus de los solicitantes de asilo afganos en Estados Unidos, incluyendo a quienes trabajaron para las fuerzas estadounidenses o de la OTAN durante la guerra liderada por Estados Unidos, tras el tiroteo ocurrido el 26 de noviembre contra dos miembros de la Guardia Nacional en Washington. El principal sospechoso es afgano.
Irán, otro vecino de Afganistán, también ha deportado o expulsado a más de 1,5 millones de afganos este año. Las grandes comunidades de refugiados afganos en el extranjero han sido un salvavidas para Afganistán, enviando dinero a casa e impulsando el comercio transfronterizo que ha ayudado a mantener a flote la maltrecha economía afgana.
Pero a medida que Pakistán e Irán enfrentan sus propias crisis económicas, sus gobiernos han intensificado la retórica xenófoba en los últimos meses y acelerado las expulsiones a gran escala que iniciaron en el 2023. Desde entonces, ambos países han expulsado o devuelto por la fuerza a más de 4,5 millones de afganos. Más de la mitad de ellos fueron expulsados este año.
“La magnitud de las deportaciones y repatriaciones forzadas ha sido brutal”, dijo Sanaa Alimia, profesora de ciencias políticas en la Universidad Agha Khan, con sede en Londres.
Quienes se marchan antes de ser arrestados, como la familia de Saifuddin, se han convertido en una imagen habitual en las carreteras de Pakistán, subidos a camiones que transportan a las familias y sus pertenencias a la frontera.
Están siendo expulsados de las barriadas de Karachi, donde muchos vivían de recolectar chatarra y demás basura. Otros han abandonado la ciudad de Lahore, donde trabajaban como jornaleros y mecánicos, y los campos de cebolla y las minas de carbón de Baluchistán, donde servían como mano de obra barata.
Causa de las migraciones
Las migraciones masivas de afganos a Pakistán comenzaron tras la invasión soviética, cuando Islamabad los recibió como “hermanos islámicos”. Pero las autoridades pakistaníes ahora argumentan que todos los afganos en el País representan una amenaza para la seguridad nacional. Han afirmado que el atacante del reciente atentado con bomba en un juzgado de Islamabad era afgano. Las autoridades también acusan al Gobierno afgano de financiar y dar refugio a militantes del resurgido talibán pakistaní.
Los ciudadanos afganos en Pakistán se han visto atrapados en medio de la creciente tensión. Las autoridades se han negado a renovar las visas de los afganos que han vivido en Pakistán toda su vida. Unos 620 mil afganos que viven en Pakistán son menores de 15 años. “Los jóvenes afganos expulsados lo recordarán durante generaciones”, dijo Saba Gul Khattak, investigadora independiente paquistaní.
Safiullah Padshah contribuyó con informes.
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