The New York Times
Por: Matina Stevis-Gridneff/The New York Times
TORONTO — El factor Trump está moldeando la política global, una elección a la vez —aunque no necesariamente como le gustaría al Presidente.
En importantes votaciones recientes en Canadá y Australia, los centristas recuperaron su posición, mientras que los partidos que habían adoptado el modelo MAGA perdieron.
El Presidente Donald J. Trump lleva tres meses de vuelta en el poder, pero sus políticas, como la imposición de aranceles y la ruptura de alianzas han repercutido en batallas políticas nacionales por todo el mundo.
Si bien es demasiado pronto para afirmar que las fuerzas anti-Trump están en auge, es evidente que los electores tienen a Trump en mente al tomar decisiones.
Antes de la investidura de Trump, los partidos gobernantes de centroizquierda en Canadá y Australia parecían estar a punto de perder el poder. Los favoritos en las encuestas eran los partidos conservadores, cuyos líderes coqueteaban con la política trumpiana.
No obstante, a las pocas semanas del regreso de Trump al poder, los panoramas políticos de Canadá y Australia dieron un giro similar: los gobernantes de centroizquierda cobraron fuerza y terminaron por ganar. Los líderes conservadores de ambos países no sólo perdieron las elecciones, sino también sus escaños en el Parlamento.
Impulso anti-Trump
El Primer Ministro canadiense, Mark Carney, hizo campaña con un mensaje explícitamente anti-Trump. El líder australiano, Anthony Albanese, no. Sin embargo, ambos recibieron un impulso anti-Trump.
Pierre Poilievre, líder de los conservadores canadienses, y Peter Dutton, líder de los conservadores australianos, lucharon para librarse de una asociación perjudicial con Trump.
Dutton había moderado algunas propuestas políticas trumpistas cuando resultaron impopulares, como la reducción radical de la fuerza laboral del sector público. Poilievre nunca se apartó del enfoque trumpista, ni siquiera después de que el Presidente de EU amenazara la soberanía de Canadá.
Carney se benefició de la percepción entre los electores de que sería una mano firme para lidiar con Trump y su impredecible impacto en la economía canadiense, que está profundamente integrada con la de EU y que ya está en dificultades debido a los aranceles y la incertidumbre.
Al otro lado del mundo, en Singapur, el argumento a favor de la estabilidad también pareció beneficiar al gobernante Partido de Acción Popular. El mes pasado, el Primer Ministro Lawrence Wong declaró en el Parlamento que Singapur sufriría un mayor impacto de los nuevos aranceles de EU debido a su dependencia en el comercio global.
Instó a los singapurenses a prepararse para más crisis y predijo un crecimiento más lento. Al igual que Carney, quien declaró el fin de la antigua relación entre Canadá y EU, Wong lanzó una sombría advertencia antes de las elecciones. “Las condiciones globales que permitieron el éxito de Singapur en las últimas décadas podrían no mantenerse”, aseveró.
El 3 de mayo, los electores devolvieron el poder a su partido, un resultado anticipado que se consideró que fue impulsado por la estrategia de “huida a la seguridad” del partido.
“La profunda preocupación por las guerras comerciales de Trump está impulsando a un número decisivo de electores a mostrar un fuerte apoyo a los gobernantes en funciones”, afirmó Cherian George, quien ha escrito sobre política singapurense.
En Alemania, el efecto Trump ha sido menos directo. Friedrich Merz, quien trastabilló temporalmente antes de ganar una elección parlamentaria para convertirse en Canciller, no se benefició políticamente de la elección de Trump como lo hicieron los líderes de Canadá o Australia. Sin embargo, la confrontación de Trump con aliados europeos en materia de defensa y comercio ha beneficiado a Merz desde la elección nacional.
Logró aprobar una suspensión de los límites al gasto al argumentar que la certeza que se tenía respecto al compromiso de EU con la defensa mutua había desaparecido.
Sin embargo, un Presidente estadounidense impredecible puede tener consecuencias impredecibles en el extranjero. El Primer Ministro británico Keir Starmer, de centroizquierda, en un inicio recibió elogios por la manera en que lidió con Trump, pero no había logrado obtener exenciones de los aranceles estadounidenses hasta el pacto comercial tentativo que acaba de ser anunciado. Además, su Partido Laborista sufrió un duro revés en elecciones regionales y otros comicios, incluida la derrota en una elección parlamentaria especial en uno de sus bastiones.
En contraste, el partido antiimigrante de Nigel Farage, Reform UK, obtuvo un éxito espectacular, al ganar esa elección especial y obtener grandes avances en otros lados.
Victoria Kim, Sui-Lee Wee, Christopher F. Schuetze y Stephen Castle contribuyeron con reportes a este artículo.
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