El presidente rumano de centro derecha, Traian Basescu, se juega el domingo su supervivencia política con el referéndum sobre su destitución, convocado por la mayoría de centro izquierda, culminando una “guerra” que inquietó a Europa y EUA.
En declaraciones de una extraña dureza para uno de sus Estados miembro, la Comisión Europea lamentó a mediados de julio que el gobierno rumano hubiera “roto su confianza” por las acciones “sistemáticas” contra el Estado de derecho en su batalla política con Basescu.
El plebiscito del domingo, que debería poner fin a la crisis política más grave vivida en Rumania desde la caída del régimen comunista en 1989, solo será válido si más del 50% de los 18.3 millones de electores inscritos en las listas acuden a las urnas.
Ahora bien, estos índices de participación parecen difícilmente alcanzables en un país donde los electores no esconden su hartazgo por una clase política salpicada por numerosos escándalos de corrupción.