Un hombre en Luisiana que confesó haber decapitado a su hijo de siete años, que tenía parálisis cerebral, dijo que estaba harto de cuidarlo, informó la Policía.
El menor tenía problemas cardiacos, necesitaba que lo alimentaran por un tubo y se encontraba en una silla de ruedas, afirmó el jefe policial Scott Silverii.
Jeremiah Lee Wright, de 30 años, renunció a su derecho de tener abogado y confesó el domingo el homicidio de su hijo Jori Lirette media hora después de que fuese presentado a la comisaría.
Whright quedó detenido bajo cargo de homicidio en primer grado y se le fijó una fianza de cinco millones de dólares. El detective Ricky Ross, portavoz del departamento de Policía, dijo que Wright no tenía abogado.
Los pies y una mano del menor fueron mutilados y se le encontraron en varias bolsas de plástico para basura, dijo Silverii. Según la autopsia preliminar, Jori fue apaleado, afirmó el jefe policial.
Macabro
La cabeza del niño fue dejada a un lado de un camino para que la madre, Jesslyn Lirette, de 27 años, la viera cuando llegara a casa, agregó. La única explicación de Wright fue que “quería que ella se sintiera tonta cuando viera la cabeza”, afirmó Silverii. El homicidio del menor es el primero que se registra desde 2008 en Thibodaux, una ciudad de unas 14,500 personas.
El chico al parecer fue decapitado sobre el lavabo de la cocina, dijo el jefe policial. El lavabo y una caja de herramientas que estaba cerca se enviaron al laboratorio criminal de la Policía Estatal de Luisiana, apuntó. Wright relató a los investigadores que comenzó a matar al niño una media hora después de que Lirette saliera el domingo de la casa para que le repararan un pickup en el que llevaría el martes a Jori al doctor. En julio, alguien llamó para que la Policía se personara en la casa debido a que la pareja había tenido una discusión, al parecer por dinero, aunque nadie presentó cargos, dijo Ross.